¿Y ahora qué?


1) Resumen y análisis de las campañas.

PP: Una gran campaña, más estratégica que de comunicación. A través del control de los medios de comunicación, especialmente la sexta, ha logrado tres objetivos, dividir el voto de izquierdas en apoyo de Podemos, centrar el ataque en el PSOE y, para terminar, evitar que el PP fuese el centro de la campaña, el centro de ataque. Su campaña de perfil bajo, mensajes a sus votantes y el catenaccio de Rajoy, le ha permitido ganar las elecciones tras una legislatura genovesa, en la que han destrozado sin piedad derechos laborales, libertad de expresión, derechos civiles, educacion, dependencia, sanidad... Hasta las ausencias de Rajoy estaban medidas y fueron efectivas. 8 sobre 10.

PSOE: Una campaña nacional para olvidar. Estratégicamente, en ningún momento el PSOE ha logrado que se centrase el mensaje sobre Mariano Rajoy o el PP. Además, no ha sido capaz de responder o de anular a Podemos por la izquierda. Si logró, afortunadamente, escorar a Ciudadanos a la derecha y menos mal: fue el empujón del PSOE y el fracaso en los debates lo que ha permitido que PP + Cs no sumen la absoluta. Pero más allá de la estrategia y de determinados éxitos puntuales en los debates, la campaña ha sido un desastre, sin emoción, sin ritmo, sin significado, sin ser capaz de decir por qué querían ganar. Un 4 sobre 10.

Podemos: Una campaña brillante, estelar. No lo puedo demostrar, pero no me extrañaría que Podemos hubiese medido para quitarse del foco y que Cs recibiese el castigo del aspirante, del que está en ascenso y parece amenazar a todos. Se dieron cuenta de que Iglesias cargaba con su agresividad y la eliminaron, cambiando tonos y formas. Los debates fueron demoledores para Ciudadanos e impulsaron a Podemos hasta cifras que IU jamás, en toda su historia, ha visto. Su política de alianzas, un éxito. Iglesias ha demostrado ser el mejor orador en los debates. El tono de la campaña era ilusionante, creciente, esperanzado, hablando de igualdad, con emociones... En resumen, una campaña del PSOE, hecha contra el PSOE. El mensaje de "mejor votar Podemos si eres socialista" ya fue la puntilla magistral con mucha mala baba. Un 10 de 10. No se me ocurre como podrían hacerlo mejor. 

Ciudadanos: Un globo de aire lleno de metano. Un programa electoral nefasto que les ha costado varios debates (¿contrato único?). Un candidato con trajes de hugo boss, pero que se arruga a la hora de la verdad. Un montón de encuestas sobreestimadas que, al final, se caen. Un periódico que te deja tirado a medio camino, cuando ve que, en los debates, Pablo Iglesias se ha limpiado su venezolano trasero con tus propuestas. Un montón de errores, contradicciones. De violencia de género, de sobreactuación con la guerra. De errores, errores y errores. Y al final, un tirar la toalla. Se nota que el dinero no te da el conocimiento para hacer una campaña electoral. Un 2 sobre 10. 

UP/IU: Una buena campaña de un gran candidato, pero, desafortunadamente, jugaba contra los medios y en Twitter no se ganan elecciones ni los hastags dan votos. Sin duda, su impacto ha ido creciendo a lo largo de la campaña, principalmente online. De haber tenido la presencia televisiva y mediática de otros, quien sabe donde estaría ahora. Un 7 sobre 10.


2) Los resultados. 

El error de las encuestas tiene un nombre: PSOE. Había, como sospechábamos, mucho voto oculto al PSOE, porque el PSOE tiene mucho más fondo, es mucho más real que determinadas imágenes mediáticas. Esto es lo que ha permitido que el PSOE esquive la muerte en último minuto. Sin duda, ha vuelto a nacer. El PP, ha obtenido lo esperado, quizá dos o tres escaños más, de última hora y Ciudadanos se ha pegado la trastada padre: en realidad, simplemente ha obtenido su verdadero nivel, no los delirios que le daban las encuestas de Metroscopia. Y Podemos ha acariciado, por unos minutos, el cielo del segundo puesto, el sorpasso al PSOE, pero se le ha escapado de entre los dedos, por ahora. Eso si, si el PSOE piensa que el peligro está abortado, está muy equivocado. si se mantienen igual, encajonados entre podemos y Ciudadanos y renunciando a su espacio natural a la izquierda, tarde o temprano PODEMOS le pasará. 

Como apunte, he de decir que, pese a todas las encuestas metroscópicas, apunté que Ciudadanos estaba hinchado y que Podemos pasaría a Ciudadanos y justo eso ha sucedido. También apunté que no creía posible que podemos pasara al PSOE y, de nuevo, acerté contra GESOP. Para una vez que acierto...Os pongo el gráfico que presenté hará un mes y pico, con los datos finales incluidos. En efecto, lo de las encuestas de Ciudadanos era completamente artificial y creo que se ha demostrado. Algo similar ha sucedido con PODEMOS.


3) ¿Y ahora qué?

Empate total entre los dos bloques: PP + Ciudadnos y PSOE + Podemos. Completamente inviable obtener mayoría absoluta para ninguno de los dos bloques. Solo se lograría la absoluta si PP y PSOE decidiesen pactar, algo impensable...

En estas circunstancias, lo más probable es que gobierne Mariano Rajoy (o Soraya Sáenz de Santamaría) básicamente, con la abstención de PSOE y Ciudadanos: Podemos + los nacionalistas no suman escaños suficientes para tumbar los votos del PP. Claro que gobernar así, no se lo deseo a nadie, sin capacidad alguna de aprobar nada sin apoyo: no veo yo al PP siendo capaz de gestionar esto, pero quién sabe. Y al PSOE también le supone un desgaste enorme. Es una situación diabólica. 

A mi juicio, habría que hacer de la necesidad virtud, del problema una oportunidad. Si estamos ante una legislatura efímera, corta, como ya sabíamos, se puede aprovechar para reformar la constitución, disolución de la cámara incluida. Si el PP no desea entrar, perfecto, pero quedará en evidencia y su capacidad de gobernar se verá muy mermada. En resumen, es posible que veamos, por fin, reformar elementos centrales que ya era necesario tocar. 

En resumen, una campaña apasionante, un resultado histórico, un sistema de partidos roto, una legislatura breve y, o fallida o constituyente. Un partido que ha sobrevivido aceptablemente, otro que ha vuelto a nacer, uno que ha perdido las mieles del triunfo en el tiempo de descuento y otro que se ha deshinchado como el artificial globo que era. 

Y algunos se preguntan por qué me gusta la política


Ignacio Paredero Huerta
Ver post en FB:

MUNICIPIOS FUERTES, DIPUTACIONES FUERA.


Una de las medidas que más controversia está alimentando en los partidos tradicionales es la fusión de municipios y supresión de Diputaciones. Y es extraño porque lo han llevado es sus programas.
Muchas voces autorizadas y de calado plantean un cambio en la administración local buscando su regeneración y eficiencia, para que se adapte a las necesidades reales de los ciudadanos a los que administra. Nosotros no sólo lo llevamos en el programa, tenemos la firme intención de llevarlo paulatinamente a cabo. Cuando lo planteamos tenemos dos cosas claras: que la política local es la más cercana a los ciudadanos, y que por tanto debe responder ante estos.
Nuestras Diputaciones responden a un modelo de Estado centralizado con más de doscientos años de historia. Un modelo que no se asemejaban a auténticos sistemas democráticos, sino más bien a una clase de administración inflexible y monolítica, alejada de los ciudadanos, y que se usaba para gestionar los municipios desde un único poder central, a través de gobernadores provinciales. Responde a la típica distribución de Prefecturas francesas.

Este sistema, durante el período del gobierno autoritario del 39 al 77, cumplía bien con lo que se pretendía, pues la Ciudadanía seguía siendo administrada, pero sin poder participar de su propio gobierno.
En el 1978, se vertebra un nuevo tipo de Estado en la Transición, mediante una Constitución que, por primera vez en la Historia de España, es fruto de un consenso de todos. Esta nueva “ley de leyes” de todos los españoles, prevé que la cercanía a los administrados debe ser una máxima a través de la descentralización de la administración. Es el nacimiento de nuestro Estado de las Autonomías, que en la práctica, es un tipo de Estado Federal de los más descentralizados.
En esta lógica de descentralización nos encontramos con mandatos de competencias y su distribución, que proponemos clarificar en la Constitución. Queremos definir qué va al Estado, qué va a las Comunidades Autónomas y qué debe ser competencia local. Debemos estudiarlo detenidamente y desde el consenso dejar las pautas muy definidas, para que no haya interpretaciones. Y esto afecta a lo municipal, como administración más cercana y la que mejor responde ante los ciudadanos.
Pero estamos obligados a observar que es en la Diputación donde colisionan los principios de descentralización y de cercanía al administrado, con el principio democrático de rendición de cuentas del poder político ante los ciudadanos. Tenemos claro que hay dos tipos de formas de rendir cuentas: el judicial, pero también el político, que pasa factura por las elecciones, al ser la principal forma de vincular el deseo de la ciudadanía en la forma de gobierno propio. Las Diputaciones no responden a esta rendición de cuentas, ya que su elección es indirecta, a través de los municipios. Entre otras cosas, no conocemos una Diputación que tenga verdaderos mecanismos de participación directa de sus administrados, si no es a través del municipio. De nada sirve la transparencia, si no sirve para la participación y la responsabilidad ante la Ciudadanía. Es como un “cristal blindado”, puedes ver pero no cambiar lo que ves.
Se justifica actualmente, la Diputación, como prestadora y garante de servicios esenciales a pequeños municipios. Pero no sabemos si esa función de tutela y ayuda a pequeños municipios, puede suponer un “poder discrecional”, de uso de recursos para fines electoralistas, desviados de un mandato de eficiente gestión y buen gobierno. Ante la duda siempre vamos a seguir el camino de la rendición de cuentas, y las Diputaciones no rinden cuentas directamente.
Por otra parte, el uso de Mancomunidades de Servicios, para la prestación y garantía de los mismos a pequeños municipios, muchas veces se forman “ad Hoc” de forma espontánea, como respuesta a escapar al poder de una Diputación que se encuentra dominada por un signo político diferente. Esto cuando no son empresas mixtas que dependen directamente de la Diputación. Puede verse en consorcios de basuras, aguas, limpieza, etc. Ya que las prestaciones sociales referidas a educación, sanidad o dependencia, han pasado a las Comunidades Autónomas, que por cierto, sí tienen un sistema de rendición de cuentas electoral en una provincia. Es obligado decir que las delegaciones provinciales de un Gobierno autonómico conviven en el mismo espacio que una Diputación, aunque con competencias diferenciadas.
En el núcleo de todo este maremágnum político administrativo, el que debería ser el eslabón más fuerte de la cadena, pero debilitado presupuestaria y competencialmente: el municipio, y sobre todo el pequeño municipio.
Nosotros proponemos reforzar las competencias, capacidad de recursos y de prestación de servicios de esta administración última, que debe ser la que mejor preparada esté por la cercanía a sus administrados. Debemos definir y garantizar el papel del municipio, hacerlo más competente y eficaz, más fuerte, ya que sí responde ante la rendición de cuentas directa de la ciudadanía y esto es garantía de buen gobierno. Responde tanto en participación municipal, como en elecciones municipales.
La pregunta fundamental es ¿y cómo lo hacemos? La respuesta a esta pregunta, debe ser coherente y razonada: haciéndolos mayores, más fuertes y con más recursos, y sobre todo más fieles a los designios de sus administrados. Ayuntamientos más autónomos sólo pueden ser ayuntamientos de a partir de cierto tamaño. Por tanto, fusionemos servicios de varios ayuntamientos para hacerlos mucho más fuertes y eficientes.
La UE dejó claro en el 2013 que los municipios de menos de 10.000 habitantes deben pasar por una fusión, “fusión fría” se le llamaba entonces, que acogieron países como Dinamarca o incluso Islandia. Hablamos de esa Islandia que metió a los banqueros en la cárcel y salió de la crisis o de esa Dinamarca que es un modelo de Estado de Bienestar Escandinavo, de los que a muchos nos gustaría pertenecer por la protección social y riqueza que generan. La fusión de pequeños municipios no supone su desaparición, sino que seguramente hará que aquellas fusiones de servicios en los mismos, mejoren su habitabilidad, y por tanto los haga más atractivos para vivir en ellos, trabajar en ellos y crear riqueza en ellos. Sería una estupenda medida para frenar el abandono de pueblos. Los mismos tendrían una voz más fuerte dentro de las competencias propias, tendrían una voz más fuerte en su forma de desarrollarse y en la reclamación de sus necesidades, y sobre todo, sus políticos serían responsables de sus acciones y rendirían cuenta de sus aciertos y fallos, por lo que se cuidarían mucho de equivocarse.
La segunda gran pregunta es, ¿y con la Diputación que hacemos entonces? La respuesta también es clara: paulatinamente la suprimimos. Ya no responde a ninguna necesidad. En el momento que tenemos municipios más fuertes y eficientes, con mejor capacidad económica, la Diputación pasa a ser un elemento arcaico, reminiscencia de un pasado antidemocrático, y que queda por tanto obsoleto para una sociedad del siglo XXI.
Por supuesto esta supresión lleva tres medidas aparejadas: la planificada redistribución de competencias y recursos entre los municipios y la comunidad autónoma, y por supuesto la de personal que se absorbería; el refuerzo de la labor de las delegaciones provinciales de las comunidades autónomas y los subdelegados del gobierno central como coordinadores de las políticas que afecten a una provincia; pero sobre todo implementar la capacidad de autogobierno de los municipios y su capacidad económica real para acometer dichos servicios de forma sostenible y sustentable, por lo que proponemos que parte de los impuestos reviertan en ellos.
En definitiva podríamos hablar de números como que se ahorrarían 5.000 millones anuales con estas medidas, o que se mejorarían los precios de los servicios al tener economías municipales más fuertes, y por tanto marcarían las directrices económicas de las prestaciones de servicios, y no las empresas que lo prestan. Podemos decir que Ciudadanos propone que un 2% del IRPF sea para la poder dar esos servicios municipales, o que entraríamos en una lógica de buen gobierno y racionalidad de la administración y sus obligaciones dentro de un Estado del Bienestar. Podríamos hablar de todas estas cosas, que no son baladíes, pero que son lo lógicamente necesario, la gestión de lo público. Lo importante es la parte más política: pasaríamos a tener un mayor control como ciudadanía sobre nuestros gobiernos y sus servicios, sobre nuestro presente y nuestro futuro: sobre nuestra forma de vida. Y eso es la democracia, el control del ciudadano sobre su gobierno. La capacidad de decidir sobre cuál es nuestro camino, y hacer que quiénes no cumplan rindan cuentas. Eso está por encima de las Tributaciones, o los Presupuestos, o las garantías de Racionalidad o de la Eficiencia, que son fundamentales, pero herramientas de un fin mayor: el control sostenible sobre nuestro presente y futuro, es lo que la democracia promete, y más una democracia del siglo XXI.
La supresión de la Diputaciones y la Fusión de Municipios es uno de los pilares para que España sea una democracia del siglo XXI, y se encamine en la senda de ser un Estado de Bienestar competitivo, protector y fuerte en un mundo globalizado, pero dirigido por sus ciudadanos.
Una medida fundamental para la Segunda Transición Española que queremos llevar a cabo, desde el consenso y con un calendario que lo garantice. Una medida necesaria para crecer como país.


Diego Clemente, candidato al congreso de Ciudadanos por Almería.
twitter @diego__clemente
facebook Diego Clemente




El 6D y el 20D como oportunidad para regenerar nuestra democracia


El día 6 de diciembre es la conmemoración del Día de la Constitución que marcó el inicio del Régimen del 78. Un régimen hoy día agotado y sobre todo, cercado por la corrupción política y el desprestigio social tras la reforma de su Art. 135 por el Gobierno Zapatero con la complicidad del PP.
Este régimen constitucional ha cumplido su tiempo histórico con un saldo en general positivo, pero con sombras importantes tanto en su elaboración primigenia, como en sus contenidos de calidad y profundidad democrática. El punto de inflexión que supuso la reforma con nocturnidad y alevosía del Art. 135, fue ampliamente contestado en la calle por el 15M y las grandes movilizaciones posteriores al 2010. La ruptura del pacto constitucional por parte del bipartidismo, en el altar de las políticas neoliberales y de recortes sociales impuestas por la Troika, han supuesto una reactivación entre la ciudadanía de los deseos de una democracia de mucha más excelencia, que nos proteja de los abusos por parte de las élites económicas y sus aliados políticos. Lo que se ha venido a llamar por los nuevos actores políticos “la CASTA”.
Es evidente que el discurso de la reforma constitucional ha penetrado en todos los partidos como no podría ser de otra forma en los momentos que estamos viviendo, pero muy especialmente en la herramienta ciudadana de cambio político que ha supuesto PODEMOS para millones de personas, y que están a la cabeza de esa regeneración democrática.
No obstante, quisiera apuntar un par de cuestiones fundamentales para acometer los cambios constitucionales que se nos presentan en el futuro inmediato.
Por un lado, la profundidad y los contenidos de los que se parten para dichos cambios constitucionales, son la base fundamental del debate constituyente, ya que no se pueden quedar en meras reformas cosméticas que no apunten al fondo de las demandas ciudadanas, o sea, la participación política y el derecho a decidir del soberano, en este caso el pueblo en general. No sólo en cuestiones tangenciales de la constitución actual, como pudieran ser la reforma de la Corona en materia de sucesión, o el Senado, o la nueva visión de la arquitectura de las comunidades o nacionalidades del estado.
Por tanto, quiero decir a mi entender, que se deben tratar los nuevos espacios de participación ciudadana que ya existen en el ideario colectivo, pero que no recoge nuestra constitución actual. Referéndum vinculante, democracia 2.0 Y 4.0, ILP con verdadera capacidad legislativa popular, revocatorio de representantes institucionales y políticos, ley Electoral y de participación ciudadana y nuevas circunscripciones electorales, etc. Ese es el verdadero punto fundamental del cambio, porque afecta a la posibilidad de que la ciudadanía, esté o no organizada en partidos, confíe más o menos en estos, pueda participar de forma directa en las cuestiones que le afectan, y se consolide de una vez esa mayoría de edad democrática que está más que demostrada.
Y por otro lado otro terrible ERROR a mi modo de ver, supondría que los partidos políticos asuman en este debate constitucional, querer ser juez y parte del cambio constituyente. A nadie parece sorprender, y es más, en el imaginario colectivo se asume de forma automática que cuando se crea un club, sociedad, peña, entidad, colectivo, etc. Son los socios en pleno o asamblea general los que aprueban las normas y reglamentos de dicha sociedad, o sea, el soberano es el que dicta, y la junta directiva acata dichas normas y ejerce sus funciones ejecutivas en virtud de estas normas.
Sin embargo, los partidos políticos se quieren arrogar el papel de PODER CONSTITUIDO y PODER CONSTITUYENTE. Quieren ejercer desde el ejecutivo y las instituciones que gobiernan el país, el poder que sólo al SOBERANO corresponde, y no es que el pueblo en su conjunto.
El papel de los partidos debe ser abrir el camino, allanar legalmente las vías de debate y las normas por las que se deben discurrir dichos debates y su posterior aprobación colectiva, y en cualquier caso vigilar de la neutralidad y transparencia máxima del proceso. En ningún caso deben torpedear, frenar o manipular a tenor de sus intereses partidarios, tanto los debates como la profundidad de los cambios requeridos. No podemos permitir que los políticos que deben estar al servicio de toda la ciudadanía, se conviertan en los únicos redactores de las normas que les tocará cumplir posteriormente. La ciudadanía no podemos permitir ser convidados de piedra en la articulación de las normas y el marco jurídico de una regeneración democrática que por otra parte ha sido forzada por el pueblo en la calle, y frenada con toda la fuerza de la que disponen, por parte de los partidos surgidos del Régimen del 78.
El pueblo es el soberano y pone las reglas del juego, y los políticos que son el poder constituido, obedecen y acatan estas normas. Si esto no es así, volveremos a tener un secuestro de nuestra soberanía, y un fraude histórico que no perdonaran las posteriores generaciones, y además no se van a solucionar los problemas institucionales y la grave crisis de credibilidad política que hoy por hoy acumulan estos mismos partidos.
Todo está inventado, el derecho comparado nos ofrece un amplio abanico de posibilidades de como otros países han abordado la apertura de sus procesos de cambio constituyente. Preguntar y consultar al pueblo si desea realmente este cambio constituyente, convocar cortes constituyentes con amplios poderes constitucionales, realizar consultas parciales en temas concretos y polémicos, debates abiertos y muy participativos, ampliar a través de la redes sociales y telemáticas, etc. Hay un sinfín de posibilidades de participación social, no hay escusas salvo el miedo de los políticos a su propio pueblo. Y esto último sería causa y justificación suficiente para botarlos a todos, y pedirles amablemente de una vez por todas que se vayan ya. Una CARTA MAGNA, es al fin y al cabo una PACTO SOCIAL Y POLITICO de una generación determinada con sus deseos y sus sueños presentes y futuros. Nuestros jóvenes tienen derecho a participar en ese nuevo pacto social, se lo han ganado con su esfuerzo, con su lucha en la calle y con su sacrificio en las estaciones de tren y aeropuertos. 
Por tanto tenemos que gritar con todas nuestras fuerzas que NO queremos cambios cosméticos para “QUE TODO CAMBIE Y AL FINAL TODO SIGA IGUAL”, queremos cambiar de verdad la ley de leyes, que a partir del 20D queremos abrir un verdadero y democrático PROCESO CONSTITUYENTE.
Por Federico Noriega González Miembro de Asambleas Ciudadanas Constituyentes y del Consejo Ciudadano Municipal de Podemos Sevilla

En el 7N hubo muchos chicos


 
Fueron muchos los hombres que acudieron, o desearon acudir, a Madrid a la manifestación del 7 de noviembre contra las violencias machistas. Ahora es necesario convertir esa solidaridad en conciencia y esa conciencia en coherencia. Conciencia de los privilegios que seguimos disfrutando en la casa, en la cama y en la calle, como forma naturalizada de las desigualdades. Coherencia para practicar la igualdad que decimos defender.  
 
Lo dicen quienes estuvieron allí, y los medios de comunicación lo destacaron: el 7N había muchas mujeres de todas las edades, mucha juventud y muchos hombres. No lo digo yo porque los cuidados de un familiar me impidieron asistir, aunque puse mi granito de arena para el éxito de la convocatoria participando en la Comisión del 7N de Sevilla y promoviendo el apoyo a la marcha en un par de ayuntamientos.
Por eso, es de oídas que digo que hubo muchos hombres, y lo digo con la envidia que me da no haber compartido esa demostración de fuerza y solidaridad que fue el 7N, pero también con el orgullo de quien lleva muchos años trabajando para persuadir a los hombres de la necesidad de incorporarse a la lucha por la igualdad y ve que por fin son realmente muchos los que acuden a una manifestación convocada por el movimiento feminista contra las violencias machistas.
Lejos quedan los tiempos en los que, recién estrenada la democracia, la presencia de hombres en actos y manifestaciones feministas provocaba la desconfianza y el rechazo de un colectivo que necesitaba afirmar su independencia como movimiento, frente a los intentos colonizadores de unas organizaciones mixtas cuyos dirigentes trataban (tratábamos) de fijar su agenda como lo venían haciendo con el resto de los movimientos sociales.
La presencia de muchos hombres el 7N demuestra que cada día somos más los que estamos rompiendo con el silencio cómplice que empezamos a denunciar desde el grupo de hombres de Sevilla tras el asesinato de Ana Orantes (diciembre de 1997). Un silencio que permitía a muchos machistas creer que cuando maltrataban a sus parejas estaban poniéndolas en el lugar que les correspondía; un silencio que les permitía pensar que eran ellos los más consecuentes defensores de unos privilegios masculinos que la inmensa mayoría de los hombres queríamos conservar.
En enero de 1998 sacamos el primer manifiesto del Estado de “hombres contra la violencia ejercida por hombres contra las mujeres” y pusimos en circulación el lazo blanco, sin saber que estábamos reproduciendo una iniciativa similar impulsada con anterioridad por un grupo de hombres canadienses. Años más tarde, un 21 de octubre de 2006, hicimos nuestra la propuesta pública de José Saramago y nos atrevimos a convocar la primera manifestación de hombres contra la violencia machista, logrando contra todo pronóstico un éxito de público y una razonable repercusión mediática.
Desde entonces, al menos en Sevilla, la presencia de hombres en las manifestaciones del 25 de noviembre (día internacional contra la violencia machista) ha ido incrementándose. Nuestra presencia ha pasado desde llamar la atención hasta formar parte del paisaje sin que se haya visto cuestionado el liderazgo del movimiento feminista. Esto ha contribuido a disipar muchas de las suspicacias, permitiendo al mismo tiempo que los hombres por la igualdad participemos con toda naturalidad en algunas plataformas y organizaciones feministas.
No seré yo quien eche las campanas al vuelo, ni quien sugiera que hemos logrado involucrar a los hombres a la lucha por la igualdad. Soy consciente de que por fuerte que parezca que Miguel Lorente sacara el título de su libro, «Mi marido me pega lo normal» del comentario de una paciente, no lo es menos que cuando pregunto a mis amigas lo machistas que son sus parejas o sus compañeros de trabajo, sindicato o partido, la mayoría me conteste que "lo normal".
Como si “lo normal” fuera ser algo o bastante machista, en lugar de ser igualitarios. Sé por mi propia experiencia que es más fácil estar por la igualdad que ser igualitarios, pero eso no me impide ver lo importante que es la presencia de tantos hombres el 7N: su rechazo a las violencias machistas contribuye a evitar que quienes las ejercen puedan creer que representan a la mayoría.
Al tiempo que rechazamos a los que maltratan, a la mayoría nos hace falta convertir la solidaridad con las mujeres maltratadas en conciencia, porque son muchas las actitudes y conductas machistas, conscientes e inconscientes, de las que todos participamos; violencias de baja intensidad, tan naturalizadas como los privilegios masculinos, no siempre detectables a primera vista, que sustentan las desigualdades y contribuyen a su reproducción.
Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora de ONU Mujeres, nos recuerda la importancia de que los hombres defendamos la igualdad en público y en privado. Pero esta defensa implica coherencia, dejar de escaquearnos en la casa (sobre todo con ese sentimiento de culpa que demuestra que sabemos lo que dejamos de hacer), ser intransigentes con los argumentos sobre méritos y capacidades en los espacios de poder masculinizados cuando vemos que se usan para impedir la promoción de las mujeres, y oponernos a la agresiva desigualdad salarial, al acoso sexual... y a todas las formas de violencias machistas.


José Ángel Lozoya Gómez
Miembro del Foro y de la Red de hombres por la igualdad
Sevilla, diciembre 2015

Moloch en Palmira



Una imagen del Templo de Nebo, en Palmira, hoy amenazada por ISIS.


“En la noche del 20 al 21 de mayo los muyahidín del Califato han tomado el control total de la ciudad siria de Tadmor, también conocida como Palmira. La captura tiene un gran valor estratégico pues supone abrir el camino para avanzar hacia áreas clave de Siria, controladas por el gobierno de Al Assad”. (Al Yazira).

Con esta noticia que ha dado la vuelta al mundo me desayuno en un hotelito de Homs. Y sin pensarlo más, decido sobre la marcha hacer una visita a Palmira. La ciudad queda a unos 160 kilómetros de Homs, en una carretera sin curvas, a través del estepario desierto del Cham. El taxista de estos días en Siria, Saader, regatea conmigo el precio y me toma por loco. Pero la belleza de esta ciudad de la antigüedad y la certeza de su pronta destrucción me empujan a los espacios abiertos del desierto sirio y cierro el trato enseguida. Con no pocas cautelas dejamos Homs y dando un rodeo por el Norte enfilamos el taxi por el camino de Tadmur. Pasado Furqlus, Saader desvía el coche y lo mete por un sendero apenas visible. “Este sarraceno, adónde me lleva ahora”, pensé. Me encojo pues de hombros y le digo en voz alta: “salga el sol por Antequera”. El amigo me sonríe y dice: “preguntamos a los beduinos y llegamos igual. En el desierto siempre hay gente”.

A cubierto de la noche, y con ayuda de unos beduinos, entramos en la ciudad árabe. Huele a fritanga, a perros muertos, y hay basura por doquier. El panorama hotelero es desolador: ni sombra del Meridien, y nada que hacer en el legendario Zenobia Cham. Es de locos tirar en esa dirección, de modo que Saader consigue un triste alojamiento en el Al Burj, que está junto al museo arqueológico, y cenamos pronto. No tenemos muy claro cuándo vamos a comer de nuevo, dada la situación en la ciudad.

La importancia de las ruinas de Palmira se debe a que constituye un importante centro de arte del mundo antiguo y a su prosperidad entre los siglos I y III de esta era. Su riqueza patrimonial y el buen estado de sus edificios monumentales hacen que Palmira sea un atractivo turístico rival de Petra, y además tiene un aire de grandeza solo comparable a la vecina Persépolis. Es un bien cultural que pertenece a la Humanidad y no en vano ha sido considerada Patrimonio Mundial desde 1979. La destrucción de estos bienes se considera crimen de guerra…



El Arco de Palmira, otra de las joyas arquitectónicas de la ciudad.


A la mañana siguiente me largo a dar una vuelta por el oasis, haciendo eses entre las palmeras. Tadmor tiene un extenso oasis con huertos de olivos y palmeras, con agua que llega de numerosos arroyos. Al Sur del oasis hay, a las afueras, tumbas diseminadas con forma de torre. El Valle de las Tumbas, al pie del Qalaat ibn Maan, el castillo sobre la colina, es un área de hipogeos. Constan de varias cámaras con nichos, donde se ubicaban los bustos de los difuntos. El dueño de la tumba aparece tumbado en un lecho y rodeado de sus parientes. La bandera negra del Califato ondea arriba en el castillo.

Después de recorrer los sepulcros de Marona y de Aranatan, de admirar los retratos del hipogeo de los Tres Hermanos, me topo con dos turistas en la Torre de Elahbe. El calor es sofocante, y sin embargo la veterana pareja anda a la busca de la Torre de Yamblico. Me acerco y saludo en inglés: “May I help you?” Para mi asombro me contestan en un español con un tono lento: “Nos hemos perdido y esperamos el autobús de vuelta al hotel”. Con gentileza los sitúo a la sombra de una de las torres macizas y les pregunto sus nombres, pero tienen un aire distraído. “Me llamo Antonio Cirera, ella es mi mujer, Dolores Rami, somos setentones ¿sabe usted?” El aire levanta una leve brisa que apenas me alivia. Caigo entonces en la cuenta de la situación: Antonio y Dolores son la pareja víctima del ataque al Museo de El Bardo en Túnez, hace dos meses. Él tenía 75 años y ella 73, eran de Barcelona.

Con el golpe de sol que me ha dado desando la caminata y me encuentra Saader a medio camino. De vuelta al hotel, un estampido seco nos detiene. El cielo es rasgado por un vertiginoso caza que desaparece por el Este. Mis oídos acusan el trueno, mis labios alojan una arenilla que me hace rechinar los dientes. Nasser, el recepcionista, me regaña y nos habla a gritos: “¡Los aviones de Al Assad castigan a Tadmor! ¡No salga fuera otra vez, míster!” Aturdido, no me queda otra que llevarme una colchoneta floreada de la recepción y me voy a la piscina sin agua a echarme un rato. Me zumban los oídos. Los cristales esmerilados de las ventanas tiemblan.

La actual ciudad de Palmira no es ninguna aldea beduina. Con sus 40.000 habitantes es un centro administrativo con hospital, escuelas y servicios turísticos, una pequeña pero moderna población. La tragedia para Tadmor-Palmira es haberse convertido en target, objetivo militar en esta guerra civil que dura ya cuatro largos años. La existencia del aeropuerto, de los campos de gas natural y de la cárcel le dan una relevancia estratégica. En cuanto a las ruinas, no interesan a ninguno de los bandos en liza, salvo como saqueo.

Dos horas más tarde vuelvo a la recepción decidido a continuar la visita de esta ciudad. Pregunto a Nasser por el museo arqueológico y me contesta haciendo aspavientos: “¡Es cerrado, lo tienen los muyahidín! ¡Mercenarios!” Por darle palique le pregunto, mientras ramoneo media granada: “¿Y si destruyen Palmira?” Aquí tanto Nasser como Saader se ponen serios y afirman que los muyahidín no tienen interés en demoler los templos sino en saquear y vender las estatuas de los ídolos. Y añaden que también Al Assad se ha llevado mucho de lo que conservaba el Museo. “Botín de guerra míster”. En mis manos tengo lo que debió ser un folleto turístico. Lo leo sin leer: “Palmyra, Paradise on Earth” con fotos del hotel. Me puede la impaciencia, pido un sombrero y mi pasaporte y salgo.

La calle está más que solitaria voy pisando cristales y un retrato de Bashar al Assad el presidente. La algarabía de los pájaros al atardecer y el sol declinando me enervan y me veo apretando el paso. Las tiendas están cerradas, y un poco antes de llegar a la zona arqueológica veo un grupo de jóvenes que hacen palmas y fiestas a un barbudo con turbante negro. Es un tirador, parece ocioso y se deja zarandear por los palmerinos. “No me ha visto”, me digo, pero no me confío demasiado. Al pasar delante de un olivo de hojas plata y verde, siento que me susurra. Pero no es a causa del viento. Para el Profeta (s.a.s.) el olivo es un árbol sagrado de Allâh.



Un pastor beduino.


Llego al principio de la gran columnata de la ciudad romana. Palmira se abre ante mí en todo su esplendor. A lo largo de sus 1.200 metros, la calle principal, orientada de Este a Oeste, tiene un doble pórtico adornado con tres ninfas. Por la calzada que piso circulaban los carros y las cabalgaduras, mientras los peatones caminaban bajo los pórticos, a los lados, a la sombra de las columnas doradas. Al sur queda el Ágora, la casa del Senado y el teatro. Allí estaba la vida ciudadana y comercial donde se hacían los negocios. Palmira ha sido siempre cruce de caminos y punto de descanso para las caravanas que venían de la India, del Iraq, y seguían hacia el Mediterráneo. Las ruinas de esta ciudad cubren más de seis kilómetros cuadrados: las termas, los pórticos del Templo de Nabú, el dios de los oráculos, el Templo de Baal Shamín, dedicado al dios de las tempestades, el Templo de Allat, bien conservado, y el Campo de Diocleciano. Por encima de estos edificios destaca la mole dorada del Templo de Bel, sobre un altozano.

Dejo atrás el arco monumental y avanzando por el decumanus de columnas arribo al teatro. Muy restaurado, en este edificio del siglo II d.C. se suelen representar bailes folclóricos y espectáculos. La escena, con columnas y nichos, tiene dos pisos, y la cavea tiene bellas gradas de mármol. Se ve que el teatro fue más alto y de más capacidad en su tiempo. En cambio, el actual queda reducido, recoleto. Es aquí donde, según el diario La Vanguardia, los muyahidín asesinaron el pasado 27 de mayo a veinte soldados del régimen. Según la agencia Efe, los tiradores han acabado a balazos con los soldados delante de un grupo de civiles sentados en las gradas.

Por las calles muertas de la ciudad solo pasean algunos pastores. Consigo fotografiar a uno de ellos a cambio de un cigar. En su inglés básico me pregunta: “Amircan? Niego con la cabeza y le respondo en árabe: “Ana, al-Andalus”. Lleva un corderito en brazos como un nuevo moscóforo o Buen Pastor de la iconografía cristiana. “Don’t go on!” Me dice al despedirme de él.
A la izquierda de la calle principal me encuentro el Templo Funerario. Este edificio conserva la fachada columnada y una escalinata. Dedicado al culto de los muertos, tuvo pilas de sarcófagos en su interior y una cripta. Decido no entrar, dada la hora. La calle es aquí un caos de cascotes, baches y piezas sueltas de mármol. A tiro de piedra queda el Templo de Nabú o Nebo, el dios babilonio de la escritura. Los cultos asiáticos eran parte de la vida de Palmira. El templo tiene una cella rectangular de tipo períptero. Las columnas, tiradas por tierra, conservan al menos las basas. Sobre ellas se han colocado los capiteles corintios. El edificio recibe ahora una luz que le da un tono anaranjado y rojizo a la piedra.

Sentada en un capitel veo una muchacha con jersey verde, pantalones claros y abrigo azul. No parece de por aquí, la verdad. Al acercarme, sus ojos sonríen pero su semblante es serio, tiene un aire grave. Cuando intento hablar con ella solo repite: “busco a Samuel busco a mi bebé”. Advierto que a pesar de la escasa luz de la tarde su figura tiene ahwar o blancura intensa. Hay un resplandor en ella, y entonces caigo en la cuenta de que se trata de Anabel Gil Pérez, una víctima del 11M que estaba embarazada de siete meses. Todo su afán era ser madre de Samuel, su bebé. Ella iba en los trenes de la muerte. Solo acierto a decirle estas palabras de la poetisa siria Maram Al Masri:

“Entornaré los ojos,
y no montaré guardia
ante tu templo.
Esta vez,
permitiré
que el dios libertino
huya descalzo”.

Sigo adelante, el ocaso hace que las sombras caigan sobre la ciudad antigua. Está claro que me he metido en una suerte de oscuro laberinto roto, y no es seguro que salga de él. Pero no debo tener miedo, me digo, hay algo en Palmira que me deja seguir, algo que está en el ambiente. Debo reconocer que estoy acojonado. No sé lo que me espera en el cerro donde está el templo de Bel, y sin embargo allí me llevan mis pasos. Como dice el taxista Saader: “Allâh sabe”.



Templo de Bel.


El encanto del lugar es difícil de superar y la porosidad de la piedra clara hace que con razón se hable de Palmira como la ciudad de las columnas rosadas. El esplendor de Roma hizo de Adriana Palmira una ciudad civilizada, que tuvo un reino propio durante cuatro años, con Zenobia como reina del desierto. Pero fue el emperador Aureliano el que acabó con la ambición de la Cleopatra siria y la reina Zenobia fue capturada en el año 272 d.c.

A unos metros de arribar a la explanada, en la parte alta de Palmira donde está el templo de Bel, unos chicos me gritan, me hacen señas. Oigo solo una palabra repetida, como un eco: “Amircan!” Me paro y me vuelvo a la derecha, esperando. Se acercan a donde yo estoy seis o siete de ellos (los 7 durmientes de Éfeso) y me rodean. Sonrientes, gentiles, me hablan en árabe. “Anlamiyorum” (“no entiendo”) respondo en turco. Uno de ellos me habla en inglés y señala el palmeral con el brazo: “¡Los árboles cantan a Allâh, las aguas del oasis están vivas!” Miro en la dirección indicada y veo que las palmeras ahora reciben una luz lunar. Los troncos de los árboles tienen tonalidades de oro y plata. Pero el sol no se ha puesto aún. Algo gigante y extraño ocurre sin duda. Mis nuevos amigos, serenos y sonrientes, también tienen ahwar, resplandecen de blancura. Me explica otro: “somos gente del Paraíso, la yanna, no tengas miedo”. Replico más curioso que nunca: “What about Palmyra?” Y ellos: ¿Aún no lo ves? El Sustentador la protege, Palmira está salva”.

Vuelvo al camino pedregoso bajo los efectos de la visión. Justo al límite del palmeral surge el fantástico santuario de Bel. Al viajero este lugar lo abruma, es inquietante por sus dimensiones, y el edificio tiene además elementos insólitos. Uno sabe que entra en un recinto santo, cargado de Baraka.
En mi mente resuenan las advertencias de los huríes del oasis: “Don’t go on, Amircan!” Desde el altozano veo la silueta oscura del Yebel al Tadmudiyah destacándose en el horizonte cambiante del atardecer. Desde aquí se ve la extensión de ruinas hasta el Valle de las Tumbas.

El templo fue mandado erigir por el emperador Tiberio en el 19 d.C. El enorme edificio es un templo períptero, es decir, las columnas rodean el exterior de la cella. Tiene un patio inmenso, propio de los templos orientales, de 210 metros por 205. Además, lo que resulta raro, insólito, es que la puerta principal está situada en un muro lateral y no está muy centrada. Para colmo de señales ominosas, en lugar de un sancta-sanctorum, el templo tiene dos, dedicados a los dioses Aglibol y Yarhibol, hijos del dios fenicio Bel o Baal Moloch. Este dios de dioses, de origen cananeo y fenicio, es también llamado “la Abominación de Moab”, y se le ofrecían sacrificios humanos. El sumo sacerdote del horrendo Moloch vestía la túnica púrpura en las ofrendas sacras. Este culto se difundió por Cartago, donde el horno de Moloch incineró a cientos de niños.



Panorámica general del Valle de las Tumbas.


Con paso breve, a la escasa luz del crepúsculo, entro en el recinto del sancta-sanctorum. El desierto se cierne más allá, las dunas se llenan de sombras. Las ruinas intensifican la sensación de estar entrando en una especie de Caja de Pandora. Para mi asombro, en el interior oigo unas voces, un cuchicheo en una lengua extraña. Una pareja fuma y habla en un rincón, sin ningún apuro. Me acerco a ellos y ahora sé que están hablando en francés. Sus caras me resultan familiares, él tiene gafas y un aire de adolescente eterno, ella tiene el negro pelo desordenado, gafas de pasta y los labios pintados de rouge. La sorpresa y el horror me asaltan a una: he reconocido a Charb, el editor del Charlie Hebdo, y su colega Elsa Cayat, ametrallados un 7 de enero en París a manos de tiradores en la sede de la revista. Pero ellos no me miran, están como ausentes. En el resplandor del vientre incandescente del dios, el sonido del roce de las alas de los malâ’ika (los ángeles islámicos) les impide oír mi grito de horror lanzado a la noche. ¿Vuelve Moloch a Palmyra?

Por Francisco Ortiz / Fotografía: Isa Z.
junio de 2015
http://www.gurbrevista.com/2015/06/moloch-en-palmira/

El islam no es lo que crees


En la madrugada del 14 de julio de 1985 recibí el beso más inolvidable de mi vida. Fue en París, mientras dormía a la intemperie en la Île de Saint-Louis, un verdadero remanso de paz en la urbe lumière. Mi compañera de viaje había salido a darse una vuelta por el Quartier Latin y a la vuelta, al regresar al quai donde dormíamos esa noche, tuvo el impulso de besarme. Desde entonces París forma parte de mí. He vuelto varias veces, claro que sí, y he conocido el París africano, los cafés y los pasajes, y me he codeado con las sombras literarias de Cortázar, de Jean Genet, con las músicas mestizas y alocadas de Josephine Baker, de Madeleine Peyroux, de Moustaki. Para toda una generación esa ciudad representa la libertad y la alegría de vivir.
Por fortuna París es también considerada la antorcha del mundo por muchísimos africanos, por cientos de miles de musulmanes de Oriente Próximo y del Magreb. De hecho hace años que el islam reside en la ciudad fraternal, ya no es una religión ajena a la identidad europea. La presencia del islam en Europa es ya una realidad patente. Los musulmanes son los primeros que se han levantado contra el fanatismo islamista, como ciudadanos franceses, porque saben muy bien que el islam está en el punto de mira. El pasado viernes 20 de noviembre el Consejo Francés del Culto Musulmán firmó su adhesión total a la República, rechazando la violencia y el terrorismo, por ser la negación misma de los valores de paz y fraternidad del Islam.
Quiero hacer entender en estas líneas que una consecuencia terrible del 13 N de París es que el islam como religión ha sido una de las víctimas de los kalashnikovs. El fascismo islamista y la islamofobia europea  se alían para enterrar el sentir espiritual de millones de europeos musulmanes. Y no es justo, no lo es. Necesitamos con urgencia comprender, hacer pedagogía y explicar a los demás que no se trata de guerra de religiones sino de política, de economía. También juegan su papel las petromonarquías y su manipulación de la tradición musulmana, haciendo un infame proselitismo fundamentalista. Yo acuso al wahabismo ricachón y criminal por diseminar sus fatwas, sus muyahidín y su propaganda en forma de folletos y libros que inundan las mezquitas de España y de Europa. Los nombres de esos gobiernos no hace falta mencionarlos, pero está claro quiénes son.
El islam es la más desconocida de las tradiciones espirituales. Al occidental le da miedo preguntarse sobre el islam, le da reparo conocer musulmanes. Muchas enseñanzas islámicas han sido mal traducidas del árabe y tenemos una versión cristianota y simple en muchos casos. El islam es una historia del tipo Lost in Translation. Explicar el Corán y darlo a conocer es tarea de los propios musulmanes, pero seguimos mediatizados por conceptos cristianos. Cuidado, el islam no es mejor que el cristianismo, es diferente. No tiene dogmas, no tiene una fe ciega, no tiene conciencia del pecado, pues se siente parte de la realidad y no juzga, no tiene un ascetismo fuera de este mundo. Es muy familiar, acentúa los lazos familiares y asume una ética sin ataduras mortificantes. Es el islam que ha difundido el Profeta árabe, un simple conductor de caravanas. Hay que entender el mundo semita del que proviene Mahoma y por qué no, asumir lo que nos beneficia. Aquí quiero contar, de la mano de la estudiosa Karen Armstrong, cómo tras los atentados del 11 S de 2001, muchas personas cayeron en la cuenta de que desconocían muchas cosas del mundo árabe. El Corán se agotó en las librerías americanas y las ventas de libros sobre el islam se dispararon. La consternación primera dio paso a un afán (muy humanista, muy occidental) por saberlo todo sobre la cuestión islámica.
Otra idea que quiero dejar por aquí es que no estamos ante un conjunto de dogmas de fe, sino que el islam arranca de un conjunto de experiencias de un solo hombre, que no hacía milagros. Ningún milagro. No era hijo de Dios, sólo un huérfano que ayudaba en las caravanas. Mahoma o Muhammad viene expuesto, sin maquillaje, a ofrecernos una religión sencilla, donde vivir espiritualmente, conectado cada uno a sí mismo, a los demás, a la naturaleza y al universo.
Como es una religión sin clero y sin dogmas, cada individuo debe ser dueño de su fuerza interior. La vivencia es tan personal como uno quiera. Por eso hablamos de que el islam no es tanto una religión sino una forma de estar en la realidad, una forma ética de vivir. En el diálogo interreligioso es muy necesario conocer las propuestas de pensadores como Raimón Panikkar, como Juan José Tamayo y su libro Fundamentalismos y diálogo entre religiones (2004). Como Abdelmumin Aya y su libro Islam para ateos.
Hemos vivido demasiado tiempo con las mentiras de una Iglesia que nos ha quitado lo íntimo, lo más nuestro y sentido cuando estamos solos ante lo sagrado. Ante estos horrores del fundamentalismo no tenemos nada que nos defienda, que nos arrope. Y es que un agnóstico también es un ser espiritual, sólo que más expuesto.
Hace ya dos semanas de los espantosos atentados de París, y así estamos, consternados, rabiosos. Son días tristes y noches con malos sueños. Ahí han quedado víctimas que con rapidez se van a olvidar, por eso quiero traer aquí el recuerdo del granaíno Juan Alberto González Garrido, caído con 31 tacos. Murió en la sala Bataclán tratando de proteger a su mujer de las balas. Y yo me aterro al pensar cómo es posible que el Moloch surgido del templo de Bal en Palmira se haya paseado por las calles de París, que la bestia nos haya arrancado a tiros estas 130 criaturas. Creí de verdad que Palmira no sería destruida, pero luego minaron la ciudad. El Moloch sigue su camino: Bamako, Túnez, Sinaí, Beirut. Los amigos de las pegatinas suben por el foro pidiendo calma, los políticos del Senado se paran antes de hablar. Se diría que la palabra guerra les viene grande. ¿A qué esperan todos? Yo no quería esta batalla, pero como bien dice el periodista José Antequera: “A veces la guerra no depende de uno, te meten en la guerra”.
Quiero terminar estas líneas con un poema de Cavafis el alejandrino:
Esperando a los bárbaros
–¿A qué esperamos congregados en la plaza?
Es que hoy llegan los bárbaros.
–¿Por qué hay tan poca actividad en el Senado?
¿Por qué los senadores –sentados– no legislan?
Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes dictarían ya los senadores?
Cuando lleguen las dictarán los bárbaros.
(…)
–¿Por qué los dignos oradores no vienen como siempre
a lanzar sus discursos, a soltar sus peroratas?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Y elocuencia y arengas les aburren.
–¿Por qué surge de pronto esa inquietud
y confusión? (¡Qué gravedad la de esos rostros!).
¿Por qué rápidamente calles y plazas se vacían
y todos vuelven a casa pensativos?
(…)
Y ahora ya sin bárbaros ¿qué será de nosotros?
Esos hombres eran una cierta solución.
Por Francisco Ortiz / Ilustración: Jorge Alaminos
http://www.gurbrevista.com/2015/11/el-islam-no-es-lo-que-crees/
 https://palabradejorge.wordpress.com/2014/01/22/constantino-kavafis-esperando-a-los-barbaros-y-otros-poemas/