LA SONRISA DE COUSO.


Fue un 8 de abril, el día que cayó Bagdad. Esa mañana tres reporteros fueron asesinados por fuego americano. Eran tres profesionales del periodismo: el cámara jordano Tariq Ayub, de Al Yazira, el ucranio Taras Protsyuk, de la agencia Reuters, y el cámara español José Couso, de Telecinco. Ayub murió en el ataque a la sede de la cadena de televisión catarí. Los otros dos, Taras y José, fueron alcanzados por una granada lanzada desde un carro de combate Abrams, americano, contra la planta 15 del hotel Palestina, donde ambos periodistas estaban filmando la entrada de los americanos en la desdichada ciudad.

Aquella mañana de abril parecía reinar la calma en las inmediaciones del hotel, tras los últimos combates que libraban los escasos resistentes iraquíes en la ciudad. Algunos se tiraban al misterioso Tigris, otros se despojaban del uniforme y dejaban la lucha. Había pánico y confusión entre ellos. Según James Hollander, a primera hora de la mañana un tanque situado en un puente sobre el Tigris, destruye con una ráfaga de disparos una cámara colocada en la azotea de la cadena de televisión de Abu Dhabi, a pesar de las grandes letras azules que identificaban dicha sede. Algo más tarde, las oficinas de Al Yazira son las atacadas: un misil acaba con la vida de Tariq Ayub. Las televisiones árabes estaban siendo castigadas.

Entretanto, en el hotel Palestina, situado en la orilla derecha del Tigris, los periodistas occidentales alojados en sus 17 plantas se sienten protegidos por la presencia de la CNN que era considerada el Pentágono mediático. Aún no se conocía la noticia del ataque contra medios árabes, y las cámaras dejan de grabar. Dice Hollander que algunos dejaron los balcones y entraron en sus habitaciones para preparar sus crónicas. Pero no Couso, quien, según recuerda Sistiaga, llevaba toda la mañana de una ventana a otra.

A eso de las once de esa mañana Couso, que estaba grabando cómo un tanque apostado en el puente Al Jumuriya llevaba un rato apuntando al Palestina, observa de pronto que el M1-A1 Abrams gira su torreta y, apuntando cuidadosamente, dispara una sóla ráfaga, una granada hueca, a la planta 15 del hotel, a unos 1.700 metros de distancia. El reportero Taras y Couso son alcanzados por la metralla y los escombros. Hay varios heridos y contusionados más. Los momentos de dolor, rabia y confusión que se suceden sumen a Jon Sistiaga, compañero de Couso, en un vértigo indescriptible. Trasladado a toda prisa por sus compañeros de prensa, Couso murió mientras era operado en el hospital. Apenas aguantó dos horas vivo.

En el libro Ninguna guerra se parece a otra, cuenta Sistiaga que aquella mañana funesta se le pegaron las sábanas al bueno de José. Un terrorífico avión “matatanques” A-10, Thunderbolt sobrevoló el hotel, sembrando de proyectiles la orilla opuesta del río. José se cabreó porque apenas pudo grabar la estela del avión. En realidad, aquel día Couso filmó un documento extraordinario: 24 minutos de un crimen de guerra que acabó con su vida.

José Couso era un gallego de El Ferrol que, a sus 38 tacos, casado y con dos hijos, llevaba ocho años con la cámara al hombro trabajando para Telecinco. Se había curtido cubriendo noticias en zonas relevantes como Macedonia, Kosovo, Iraq en 1998, y en España cubrió el vertido del Prestige. Estos son los datos someros de la vida de un hombre que, soñando con volver a casa, fue enviado a la Gehena por los invasores de Irak. Pero, ¿cómo era Couso? No lo conocí pero, sin duda, debió ser un tipo con el que te podías ir de cervezas y, entre bromas y risas, aprender de su experiencia. Sus compañeros coinciden en su bonhomía, en su alegría. Sistiaga nos destaca su carácter amable y pausado, su voz cálida y serena, su abrazo bonachón. Ya Maruja Torres apuntó “esa sonrisa de Couso”. Animó, además, a los colegas a quedarse en Irak cuando casi todo el equipo de Telecinco evacuaba, diciéndoles: “os teneis que quedar, tenemos que estar para contar lo que ocurra… somos profesionales de la lente y esta historia la tenemos que contar completa”. Así lo relata Jorge Priego, de Televisa, uno de los que estuvieron en el hospital junto a José, su amigo.

Es una obligación moral escribir sobre Couso. Algo de nosotros hay en su peripecia, en su drama. Quizás suene pretencioso decir “todos somos Couso”, pero el corazón me lo dice así. Su recuerdo es de todos nosotros. La consternación y la rabia han pasado, no así la sed de justicia para él, sí, y también para los 348 periodistas muertos en Irak, según denuncia Antiwar.com.

José Couso era un hombre reidor, estaba siempre de muy buen humor, era de risa contagiosa. También su sonrisa lo era. De hecho, me hace sonreír que la palabra Palestina esté asociada a su trágica aventura. No parece casualidad, no. Muchos árabes murieron ese 8 de abril en Bagdad, a los que Couso se sumó. El coste en vidas de iraquíes por la invasión americana aún no está calculado del todo. Ese tributo de sangre tuvo, sin embargo, testigos excepcionales como él. Por eso vuelvo a sonreír al comprobar la cifra de militares americanos muertos en Irak, 4.429 según Margaret Griffis, y más de 32.900 heridos. Ellos tampoco volvieron intactos a casa.

Y no dejo de sonreír al conocer que la filtración de documentos diplomáticos americanos en España publicada por el portal Wikileaks confirma, en 2010, que el gobierno Zapatero colaboró con el gobierno de Estados Unidos para impedir la investigación del caso Couso en la Audiencia Nacional. Ello implica conspiración entre gobiernos, algo que muchos ya sospechábamos.

Al final tenía razón el gobierno de Bush cuando justificó el ataque contra el hotel Palestina, diciendo que había un ojeador allí. Sí, Couso era un ojeador, una cámara impertinente que no paraba de darle al mundo la visión de la barbarie. Quiero imaginar que mientras grababa sus últimos minutos, José, sonriendo, apuntando al tanque, masculló un: ¡dispara hijoputa!


Francisco Ortiz
29 de enero de 2016

Perspectiva Federal de España


Según Pierre Joseph Proudhon, federalista y anarquista:
si no hay acuerdo, no hay libertad”…
la federación no es una forma de Estado, sino un principio”


Mucho se está hablando de la solución federal para España, para sus tensiones territoriales, reflejadas en algunas de sus autonomías. Sin embargo, lo que refleja esta situación es una falta de acuerdo claro entre las partes y una delimitación de las normas del juego territorial, el reparto de poder y la articulación del mismo a nivel intergubernamental. Esta realidad nos habla de lo que señalaba anteriormente, “sin acuerdo, no hay libertad”.
En el debate actual mucho se dice sobre este asunto: autodeterminación, soberanía, nación, mandato ciudadano, derecho a decidir, país de países… y la lista sigue. Esto tiene un elemento distorsionador que es clave en el debate, la asimilación de términos políticos a dilemas emocionales. En primer lugar sería necesario diferenciar claramente las dimensiones de los términos: Nación, que es un grupo étnico que aspira a representación política; Estado, que es el conjunto de instituciones y legislación que articula el funcionamiento político y administrativo de un territorio; País, que hace referencia al control de un estado sobre un territorio delimitado por fronteras.
Realmente España no es un “país de países”, sino que se aproxima más a un Estado de naciones, con una realidad cultural diversa, en la que conviven realidades lingüísticas y culturales diferenciadas que son usadas por los diferentes nacionalismos como medio de construcción de la nación y con ella al modelo político del Estado-nación. Todo ello auspiciado por los principios del “tratado de Versalles” donde se defendía el derecho de autodeterminación de las naciones, a principios del siglo XX. Sin embargo, mucho ha llovido y cambiado en el mundo hasta ahora, para llevarnos las reclamaciones nacionalistas actuales a fechas tan pasadas y configuraciones globales desfasadas.
Tras la Segunda Guerra mundial, ocurre un cambio drástico de la dinámica mundial, pasamos de las relaciones de competencia entre los estados-nación, causantes de las guerras mundiales, a las estructuras de cooperación y creación de organismos políticos supranacionales de deliberación y acuerdo, capaces ce evitar el enfrentamiento armado, tales como la CECA y la posterior UE.
Este argumento por sí mismo ya invalida cualquier nacionalista actual. Sin embargo nos encontramos ante un resurgimiento de diferentes movimientos nacionalistas en Europa, como son la Liga Norte en Italia, el nacionalismo escoces o, ya en España, los nacionalismos vasco y catalán, y en muy menor medida el gallego, valenciano y andaluz.
El caso del nacionalismo catalán, que está centrando el juego político en España, poniendo el debate territorial en el centro de la negociación y conflicto político, nos sitúa ante un fenómeno de una gran complejidad que no puede ser explicado y estudiado de una manera simple, a la par que tampoco podemos poner en cuestión el alto componente emocional que tiene la posición nacionalista, ya que todas las emociones son legítimas. Sin embargo, es necesario buscar explicaciones y argumentos desde una perspectiva objetiva, por ello pondré el foco en dos factores claves a mi juicio, los partidos políticos y la financiación autonómica.
En primer lugar, los protagonistas políticos de la situación, los partidos en el Gobierno, tanto del gobierno central como el Gobierno de la Generalitat. Tanto el Partido Popular, como CyU o como quieran denominarse ahora, se encuentran en un momento en el que su imagen de marca se encuentra muy deteriorada y salpicada por importantes tramas corruptas, por lo que ambas formaciones les viene muy bien la deriva independentista, usada como cortina de humo y desvío de la atención ante la verdadera realidad de sus gobiernos, como son los problemas derivados de la crisis, paro, recortes, corrupción, deuda, mala gestión, etcétera.
Lo que nos encontramos con esta situación es que para ambos gobiernos resulta positivo el enfrentamiento político y con ello la conflictividad intergubernamental, tanto en cuanto es capaz de desviar el foco de atención de lo realmente importante.
Esta activación política del nacionalismo deriva en una activación social del mismo, lo que supone que en poco menos de 10 años se ha pasado de un 14% de independentistas a un 48% de votantes de opciones independentistas en las últimas elecciones autonómicas catalanas.
En segundo lugar, el problema de la financiación autonómica. El argumento de algo muy complejo resumido en palabras nacionalistas es “España nos roba” y por tanto nos vamos. Las reclamaciones continúas de los distintos gobiernos de la Generalitat al gobierno central en favor de un concierto catalán, al modelo vasco o navarro, actualmente ha dado paso al proceso independentista o de desconexión. Sin embargo esta actitud es reflejo de la insolidaridad nacionalista, ya sea vasca o catalana, puesto que lo que establecen estos pactos financieros no es otra cosa que quedarse con la mayor parte del pastel recaudatorio y entregar las migajas a la hacienda estatal. Para ilustrar esta situación sirva el ejemplo de los presupuestos autonómicos de 2014 expresados en euros por habitantes. Estos presupuestos expresan que la media nacional por habitante es de 3.500 euros, la inversión por habitante par Andalucía es de 3000 euros, para Navarra de 6000 euros, Cataluña 3700 euros y para País vasco de 4700 euros. En la serie histórica 1981 (desde que se hacen presupuestos desglosados por autonomías) hasta 2014 último presupuesto publicado, en ningún momento Navarra, País Vasco y Cataluña han estado por debajo de la media nacional, lo que significa que nunca han estado infrafinanciadas y por tanto no es cierta la afirmación nacionalista “España nos roba”. Sin embargo si lo que queremos es acabar con la solidaridad interterritorial, no hay duda que el modelo a seguir es el concierto navarro o el cupo vasco. Este modelo de financiación que promueven los nacionalistas, y que los propios nacionalistas vascos señalan al hablar del concierto como el único vínculo que les mantiene unidos a España, no es más que un ejemplo más de la actitud de competencia de los nacionalismos frente a las estructuras de colaboración y redistribución.
Sirva para ilustrar la paradoja que representan la experiencia de un compañero antropólogo realizando trabajo de campo en una tribu de África meridional. Al citado compañero que se encontraba jugando con los niños de la tribu, se le ocurrió hacer una carrera entre los niños y entregarle al ganador de la misma una bolsa con pasteles, los que hicieron los niños descolocó al antropólogo, ya que estos se cogieron de las manos y corrieron todos juntos hacia él, de modo que ganaron todos. El investigador con gran extrañeza les preguntó que por qué habían hecho eso. Los niños con gran naturalidad le contestaron que como alguien podría ser feliz, viendo que los demás no los son.
Este ejemplo nos sirve para ilustrar lo que se plantea realmente con la autodeterminación, la independencia de los ricos sobre los pobres, la independencia de los territorios que acumulan las rentas más altas de los que no lo hacen, la independencia de los que se han beneficiado de decisiones estatales de inversión sobre los que no o incluso fueron perjudicados.
La riqueza, consecuencia de procesos históricos y de decisiones del conjunto del Estado y con ello de la soberanía nacional al completo, hace difícil entender un proceso de independencia, ilegal-unilateral en el momento actual, por parte de un territorio sin contar con el conjunto de la soberanía.
Ante este escenario actual nos encontramos con tres posibilidades de solución. La primera es el mantenimiento del estatus-quo, lo que no parece muy probable debido a la configuración del Congreso en base a las últimas elecciones nacionales. Frente a la situación de inmovilismo tenemos la de salida, la cual tampoco parece muy probable ya que las opciones independentistas no fueron mayoritarias en votos en las autoproclamadas elecciones plebiscitarias catalanas del pasado septiembre. Ante esta situación parece que cada vez cobra más fuerza la reforma constitucional en la medida que los partidos reformistas acercan sus posturas para formar un gobierno en este sentido. Este nuevo escenario parece evidenciar que el próximo campo de juego sobre el encaje territorial se hará sobre una reforma constitucional. Una reforma territorial, bajo el principio “sin acuerdo no hay libertad” que garantice la convivencia para los próximos 30 años. Esto nos supone superar las posiciones actuales, tales como las del modelo territorial heredado de la transición, dando resultado a la creación de identidades políticas inexistentes y nacionales no históricas y que actualmente no responde a las inquietudes ni necesidades expresadas por las últimas elecciones.
Es necesario abordar una reforma de las instituciones territoriales de la transición que no funcionan ni responden a la problemática territorial, como el actual senado, de esta artrosis territorial es muestra que Podemos solicite en el Parlamento la aprobación como grupos parlamentarios de las candidaturas territoriales de su formación. Por esto es importante desarrollar instituciones territoriales de representación que funcionen y ofrezcan encaje, diálogo y acuerdo a todos los desafíos que se puedan plantear en el futuro, el cual se anuncia movido. Para ello es necesario un Senado verdaderamente territorial, la institucionalización de la conferencia de presidentes y sectoriales, así como la cooperación bilateral intergubernamental, tanto del Estado con las CCAA como de las CCAA entre sí.
Lo que debe plantear la reforma constitucional, no es otra cosa que la asimilación definitiva de la realidad en la que vivimos, un federalismo plurinacional, llamado actualmente estado de las autonomías. Esta singularidad requiere reflexión sobre alguna cuestión que tiene una traducción en una futurible estructura federal: ¿todas las autonomías deben tener el mismo grado de competencias?, nada más lejos de la realidad actual del estado autonómico asimétrico, donde no todas las autonomías tienen todas las competencias, lo que evidencia en este mismo momento un sistema autonómico asimétrico; lo mismo puede suceder en el modelo federal, ya que no todas las autonomías desean todas las competencias, ya que tenemos ejemplos hasta de devoluciones de las mismas.
Otra cuestión importante que queda por resolver y quizás es la más importante es ¿cómo vamos a posibilitar el acuerdo que nos dote de la libertad necesaria que garantice nuestra convivencia proyectada hacia el futuro y cuáles van a ser las instituciones sobre las que se asiente?
Debemos señalar que las derivas nacionalistas, a pesar de estar en auge, no son las únicas iniciativas que existen en el mundo, ya que existen otras que propugnan uniones, tales como la propuesta de la federación ibérica, que propugna una hipotética unión con Portugal o el movimiento de reunificación con España existente en Puerto Rico. Sin duda alguna, todos estos son movimientos minoritarios y con poca influencia o probabilidad de éxito, sin embargo hay que señalar que de una manera similar empezaron los movimientos nacionalistas que al final han tomado alas con los acontecimientos sucedidos.
En cualquier caso, me gustaría concluir con la idea que empecé, la necesidad de lograr acuerdos que nos doten de libertad para la convivencia y encontrar un encaje justo para todas las sensibilidades presentes en el conjunto del Estado, donde la ciudadanía se vea representada y su voz encuentre el espacio necesario en sus instituciones de representación soberana.


Emilio Rodríguez López
Secretario de Jóvenes Europeístas y Federalistas de Andalucía
https://www.facebook.com/JEFAndalucia


A frikipolítico yo tb sé jugar.


Bien... esto no se aprende viendo juego de tronos, ni el ala oeste de la casa blanca, ni escuchando periodistas analistas políticos, ni tertulieros, ni nada de esto. Me voy a tirar al océano. Esto se aprende viendo, estudiando o investigando la historia antigua. Pues no hay nada nuevo bajo el sol, como dice el Eclesiastés... 

Lo que estoy viendo es la proposición de Pablo Iglesias para ser un moderno Enrique II, rey de Inglaterra, Duque de Anjou o Plantagenet, el padre de Ricardo Corazón de León (que por cierto lo tuvo que derrocar), el de las Constituciones de Clarendon para devorar a los barones normandos en Inglaterra... que viene al pelo... el que cambió una dinastía por otra y pasaron de los breves Blois a los Anjou (PSOE de Pedro a PODEMOS). Aquí no hay sorpasso (odio esta palabra pero como cualquiera que lee la wiki y escucha dos tertulianos decirlo ya la usa... pues pallà que và) hay eliminación tàctica.

Cuando Guillermo el Conquistador deja paso a su hijo Enrique I, dos puros normandos, digamos... la izquierda o el PSOE de antes (Felipe y Rubalcaba?), este Enrique I se casa y tiene una chiquilla, Matilde ,que se casa con un Anjou... Godofredo, vaya nombre guapo. Por allí entre tanto Normando insigne campeaba una hija de Guillermo, Adela, que casada con un Blois, tuvo a un zagal llamado Esteban de Blois. 

Aquí que al Enrique I le da por palmarla y se monta el ciquitraque al dejar la corona a Matilde. Pues viene el Esteban y dice que él tiene derechos dinásticos, se merienda a Matilde y pasa a ser Esteban I de Inglaterra... pero Matilde aguarda en sus tierras normandas de los Anjou (yo ya sé a quién se me parece esta Matilde).

Resulta que el zagalete Esteban se monta el lío con sus propios barones normandos, y éste es un Blois, tan normando como ellos pero con menos pedigree o algo, porque a ese periodo se le llama "la anarquía": totum revolutum... to cristo a la gresca y Matilde dando vela desde su lejanía allá por el sur de Normandìa, y encima la Iglesia y los papas y demàs dando calor.

A todo esto que el Anjou, Enrique, se planta en la Britania y comienza a dar tralla con lo suyo. Matilde pasa a segundo plano y Esteban I tiene un buen marrón. Los barones dándole tralla al Anjou tb, y el chaval se trae a su troupé de allende el Canal de la Mancha y se monta otro guirigai... aquí tenemos un PSOE de Pedro-Esteban de los Blois, con Barones Normandos malmetiendo por la Matilde (el Psoe con pedigree de Guillermo el Conquistador), y un Anjou, el primer Plantagenet: he aquí a Podemos, la shavaleria guerrera que se trae el Enrique.

Y la cosa esta mal... pero mal... tan mal, que se decide que Esteban I sea rey, pero que su sucesor sea Enrique de Anjou, que pasaría a ser Enrique II de Inglaterra y ya un Plantagenet (la izquierda dinàstica) de pura cepa. Así se merienda a Matile y se queda la corona. Y que pasó después... que Enrique II no aguantaba muchas tonterias, ni de Estaban, ni de los barones normandos y se los merendó también. A esto que, ya puestos, también se almorzò a Thomas Beckett, arzobispo de Canterbury.

Ahora vemos por qué fuerza el pacto con Psoe, siendo el segundo al mando: Enrique II Plantagenet se cargò la dinastìa Normanda, al Blois, e instauró su propia dinastía. ¿No será que se ve como un Enrique II?


Ruiz Navegante

PODEMOS Y EL FEMINISMO

Rosa Montero recordaba en El País Semanal del pasado 27 de diciembre: «Primero hay que alcanzar la libertad política absoluta y luego se podrá luchar por los derechos de las mujeres, oí decir a muchos militantes de izquierdas en los últimos años del franquismo».

Algo parecido parece pensar buena parte de la militancia de PODEMOS en esta segunda transición: primero hay que conquistar el poder y luego se podrá luchar por los derechos de las mujeres. No podemos volver a caer en la misma trampa. A estas alturas no es de recibo tener que luchar para que PODEMOS sea feminista, ni tampoco para que asuma la necesidad de promover que los hombres se involucren en la lucha por la igualdad.

No es poco lo que está en juego. Desde que la Ley integral contra la violencia de género se aprobara por unanimidad, la hegemonía del discurso por la igualdad empezó a resquebrajarse por la presión de quienes hablaban de discriminación en los procesos de separación y de denuncias falsas por violencia machista, creándose la sensación de que las políticas de igualdad favorecen a las mujeres y perjudican a los hombres. El PSOE ha propiciado esta sensación al ignorar intencionadamente a los varones en el diseño y desarrollo de estas políticas, desoyendo los llamamientos a contar con los hombres y promover su cambio, reduciendo los recursos de los exitosos programas para hombres que se encontró en Euskadi o en Jerez o limitando la atención a los hombres al trabajo con los condenados por violencia de género.

Hoy abundan quienes creen que los padres en proceso de separación se enfrentan a leyes que privilegian a las mujeres y que, si reclaman la custodia compartida de los hijos/as o regatean la pensión compensatoria, se arriesgan a una denuncia falsa por maltrato que incline definitivamente la balanza a favor de la madre. Aunque no la avale el número probado de denuncias falsas, esta percepción hay que entenderla desde la dificultad de la mayoría para ver a un maltratador en un familiar, un amigo o algún conocido por quien sentimos respeto. CIUDADANOS trata de convertirse en el referente político de los neo- y los post-machistas en temas como la violencia machista y la lucha contra toda forma de discriminación positiva. Pese a todo el 7N demostró la capacidad movilizadora de la lucha “contra las violencias machistas” y la actualidad de la lucha contra el machismo y sus manifestaciones: brecha salarial, techos de cristal, conciliación, micromachismos, homofobia...

No basta con ser mujer, ni con que PODEMOS sea el partido que más mujeres lleva al parlamento si estas no son feministas. No es aceptable que muchas feministas se hayan sentido ninguneadas en la campaña electoral, que haya faltado paridad en los carteles electorales, o que el discurso feminista haya estado poco presente en las intervenciones públicas. Resulta penosa la dificultad de los dirigentes de PODEMOS para usar un lenguaje inclusivo, para abordar las desigualdades de sexo y género con naturalidad, o para defender sin complejos las reivindicaciones de las mujeres, de los colectivos LGTBIQ o de los hombres por la igualdad. Necesitan incorporar el discurso y las estrategias de ese hijo del feminismo que es el movimiento de hombres por la igualdad.

Aunque figure en el programa, si el feminismo no es una prioridad ni existe transversalidad, no faltaran las y los feministas que se planteen si merece la pena asumir el coste personal que implica tratar de incorporarlo al ADN del partido, frente a una mayoría que cree que basta con asumir sus reivindicaciones de manera oportunista. Si el feminismo no condiciona la política de pactos al mismo nivel que los desahucios, los cortes de luz o el derecho a decidir de Cataluña, decir que "la revolución será feminista o no será" quedará solo en lo que ha estado diciendo, años ha, la izquierda tradicional.

Hoy, incorporar el feminismo al quehacer cotidiano del partido precisa de una campaña de formación y persuasión tan intensa como constante; esta campaña ha de ser impulsada por una dirección convencida de que se trata de un objetivo deseable y que propicie las estructuras y los recursos necesarios. Si no lo hace serán muchas las y los feministas que dejarán el partido para impulsar el feminismo y sus reivindicaciones desde los movimientos sociales, para que sea PODEMOS quien tenga que decidir si quiere servir de correa de trasmisión entre la calle y el Parlamento.

Las secretarías de feminismos pueden darle voz a las mujeres en los órganos de dirección y recursos para desarrollarse territorialmente, pero corren el riesgo de encapsular el "tema mujer" como ha ocurrido en muchas de las organizaciones (partidos, sindicatos...) que han usado esta fórmula en el pasado. Para que estas secretarías no sean una ficción pedagógica, hay que evitar que las ocupen mujeres que destaquen más por su fidelidad a la dirección que por su militancia en el feminismo, un feminismo inclusivo capaz de servir de puente de unión entre las familias políticas que conviven en el partido. Feministas conscientes de que el feminismo trata de abrirse camino en todos los escenarios, por complicados que estos resulten, y que han de tender la mano a las feministas que militan en los movimientos sociales, el PSOE, IU o los sindicatos, y tejer con ellas las alianzas que permitan impulsar entre la población la sensibilidad necesaria ante los cambios que buscan promover.


José Ángel Lozoya Gómez
Miembro del Foro y de la Red de hombres por la igualdad

El debate sobre Cristina Pedroche y sus trajes. Ese debate.

Una postura feminista que he leído en eldiario.es (Barbijaputa) es similar a otras que se han escrito (Diana López Valero, en "Suspenso en religión"). Estas posturas defienden, básicamente:

1) Que Pedroche puede hacer lo que quiera. Pero...
2) Lo hace porque está engañada, alienada, por la sociedad machista.
3) Que el papel que desempeña Pedroche, vendiendo su cuerpo/imagen es un papel negativo.
4) Que la cosificación/hipersexualizacion de la mujer, el que su papel sea de "tonta del culo" en los medios, perjudica a las mujeres en conjunto.
5) Que el semidesnudo de Pedroche es comparable al hiyab o chador musulman, una imposición cultural que perjudica a la mujer.
6) Que la solución es, por tanto, más concienciación y educación para que las mujeres no tengan que exhibirse. 

Comienzo diciendo que la argumentación es bastante sólida. No es un delirio ni una exageración. Hay motivos suficientes para cuestionar la acción de Pedroche y el rol de "objeto de la mirada sexual hetero masculina" que se asigna a las mujeres en los medios. Pero hay varios elementos que chirrían. 

El primer elemento es el de la voluntad, la individualidad. Por supuesto, las estructuras sociales se nos imponen y nos limitan, pero borrar TOTALMENTE la voluntad, la iniciativa y las motivaciones de Pedroche y convertirla en una cosa alienada por el patriarcado machista que es tonta y hace lo que los hombres quieren de ella, es a mi juicio extremo. Y peligroso: yo, que creo que los efectos sociales agregados son muy relevantes, no me puedo atrever a borrar totalmente de la ecuación la individualidad, el deseo, la provocación, la personalidad, la existencia de Pedroche y sus circunstancias. Hacerlo es muy arriesgado, aunque se puede argumentar y no es descabellado. 

El segundo elemento que no me convence en absoluto es la argumentación contra lo sexual: hipersexualizacion, cosificación, etc, etc. Entiendo la preocupación por la asimetría (ellas si, ellos no) y la comparto. También entiendo la diferencia estructural y el devenir histórico: los hombres no tenemos vivencias de ser objetos sexuales indefensos ante las mujeres, ellas sí. Pero la solución propuesta, la censura moral (si, moral) contra la mujer que decide enseñar carne, calificándola de "tonta del culo" y demás, está muy cerca de la censura moral religiosa de la sexualidad. Sinceramente, entiendo la lógica de que se vean estos desnudos como un intento de excitar la mirada masculina y, por tanto, como una cárcel autoasumida, pero la solución, el juicio moral sobre el desnudo me parece muy peligroso, sobre todo porque ataca, precisamente, la autonomía del sujeto que siempre ha tenido más controlada su sexualidad, la mujer. En resumen, se cae precisamente en lo que siempre se ha criticado a la iglesia, que trata de normar como y de que manera la mujer puede ejercer su sexualidad. Aquí, en vez de la salvación de sus almas, se hace lo mismo en nombre del interés de las mujeres. Pero es muy dudoso que la situación de las mujeres mejore radicalmente si se impone una autocensura moral para la exhibición del cuerpo, buscando evitar la cosificación, sexualización y demás. Dudoso cuanto menos. Y en el camino, hemos acabado donde empezamos: con limitaciones, normas, controles, otra vez morales, sobre como la mujer debe gestionar su cuerpo y su sexualidad. 

Tampoco me parece comparable el desnudo con el hiyab o el chador. Uno tiene connotaciones de libertad, autonomía, sexualidad... el otro tiene connotaciones de control, dominación, castidad, silencio. El desnudo es provocador y libre. El hiyab es puro control de la mujer. Comparar ambos me parece tramposo. 

Reconozco, o más bien sospecho, que mis objeciones devienen del hecho de ser hombre y gay. Yo, como hombre gay, nunca he tenido problema por ser objeto de deseo sexual de nadie o que se me considere un objeto sexual, se me mire con deseo, como un objeto a utilizar en la cama etc etc. Cualquiera que tenga instalada una aplicación de ligue, sabe que aquello es, simplemente, un puro mercado de gente exhibiéndose sin pudor para venderse, deseando ser atractivos, objetos de deseo sexual, buscando a su vez lo mismo. Podríamos hablar de los aspectos negativos que esto tiene, que los tiene, pero es así. Y ningún hombre gay que yo conozca sufre o se siente menospreciado, cosificado o limitado laboralmente por sentirse deseado. Los habrá, seguro, pero no es lo habitual: más bien es al contrario. Entonces ¿la cosificación y sexualización son malas per se? No lo parece. ¿Son esos desnudos la fuente de la desigualdad? No, no lo creo. Simplemente, no creo que ese sea el problema, la fuente de la desigualdad. El problema es la asimetría de poder, social, económico, físico, que hace que cuando una mujer dice "no", el hombre se crea con derecho a ignorarla, algo que no pasa entre gays, por ejemplo: un no es un no. El problema es la falta de poder y autonomía social de la mujer, la convicción del hombre de ser el que manda, el protagonista y que todo lo que sucede gira a su alrededor. Tan sencillo como eso. 

El problema no es que Pedroche provoque con su desnudo y esto haga que se vea a las mujeres como objetos sexuales, con roles determinados. Las lesbianas no van acosando por ahí a las mujeres y los hombres gays provocan con sus desnudos y ninguno asume que todos son meros objetos sexuales sometidos a su deseo, con derecho a acosarles. El problema es que no se reconozca la autonomía de las mujeres para gestionar los límites, que no se reconozca cuando ellas dicen que no. O incluso, algo tan sencillo como que sin una señal de su parte, nadie tiene ningún derecho a asumir que puede acosarlas, tocarlas o darles la brasa. Pero el problema no está en el desnudo, como apuntan las imágenes que pongo. El desnudo se interpreta socialmente. Por si mismo no significa nada. El problema está en otro sitio, en la ideología social que marca como se interpreta lo que la mujer hace o puede hacer. Y no creo que debamos renunciar al desnudo, la provocación sexual, el erotismo, solo porque nuestra cultura no haya aprendido a respetar la autonomía de la mujer. La solución es la contraria. 

Lo que hay que trabajar no son las Pedroches o sus desnudos. Lo que hay que trabajar son los hombres que piensan que esa mujer se desnuda para ellos y que, por tanto, las mujeres están a su servicio. El que alguien se desnude no implica nada de todo eso. La batalla está en cambiar una masculinidad trasnochada que interpreta la realidad desde la homofobia y el machismo. Y hay que hacerlo sin perder el goce de la sexualidad, la provocación, el erotismo o el desnudo, y por supuesto, sin perder la libertad individual, la sexualidad libre. 

Por lo menos, esa es mi batalla como feminista y activista por la diversidad sexual.

Ignacio Paredero Huerta
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