Ciclos políticos ¿Hacia dónde vamos?


¿Hacia donde vamos? Creo en los ciclos. Pues creo que todo el mundo relacional humano es finito y está todo inventado. En este punto no hay nada nuevo bajo el sol desde hace unos milenios. Se pueden depurar y perfeccionar procesos. Incluso empeorar situaciones. Es parte del ciclo. Sobre todo del economicista que es a la vez consecuencia y causa de las partes del ciclo global, pues impacta y se relaciona directamente con el devenir de la vida de cada individuo, y por tanto de sus agregaciones en todas sus formas.

Es cuando las grandes ideas se van perfilando de nuevo desde la Filosofía, la Sociología y la Ciencia Política. 

En una versión comparada, posiblemente estemos viviendo un apogeo del nihilismo político y social de finales del siglo XIX, parecido a la caída de la edad feudal, de los imperios romanos, de la vida griega... y cuanto más atrás vayamos los aspectos de los ciclos son redundantes en cuanto a su base: el individuo y el poder.

Esto hace que las dos grandes corrientes del pensamiento occidental, desde hace ya muchos siglos, vayan siendo mejor en las partes del ciclo que busca el bien común manteniendo al individuo como epicentro de libertad y responsable en lo colectivo, y tomen formas cada vez más extremas de colectivismo despersonalizado por un lado y fuerte individualización insolidaria por otro, en las partes del ciclo en las que las cosas van mal.

El nihilismo es el identificador de que el ciclo está entrando en su curva más oscura... esos momentos en los que se entra en convulsión porque mucha gente se siente frustrada y solo unos pocos viven por encima. 
 
Es cuando surge el desapego a la política, la desazón existencial, la sensación de no ser dueño de tu propio destino. Primero pasa como individuo, luego aparecen los grupos identitarios.

En ese momento es cuando el enfrentamiento entre grupos es mucho más abierto y fuerte. Porque desde un nihilismo pasivo se pasa a ser activo y no reconocer nada ncon pretensión de cambio estructural nuevo. Son los comienzos de las disputas las que pueden llevar a situaciones de enrroque que no son facilitadoras de entendimiento. 

Este conflicto se da por dos razones básicas: el otro es siempre enemigo y yo sólo poseo la razón. No hay más posturas.

Cada vez que se plantea esta postura (que además se sustenta fuertemente en ideas abstractas que se alejan de una visión real de los problemas y, por tanto, de buscar soluciones) el conflicto sólo puede agravarse más, pues las posturas son irreversibles por la propia condición humana que no admite muchas veces reconocer el error propio por orgullo, soberbia o interés y huye de nuevas frustraciones. No es fácil para muchos reconocer una equivocación o cambiar un camino. Es más fácil seguir su propia idea, aunque suponga un error.

Esto lo podemos ver en muchos ejemplos. La sociedad industrial del siglo XIX (quizás el último ciclo cerrado), tras su nihilismo radicalizó las ideas del individuo por encima de todo (pensamientos anarcocapitalistas) y el colectivo por encima del individuo (comunismo y nazismo). Las posturas irreconciliables de su seguidores alimentaron ese irredentismo: terrorismo, violencia de Estado, tensiones sociales... y estalló todo después de la primera guerra mundial en los totalitarismos, en los que el individuo no era más que un engranaje, la forma más radical de las teorías de Spencer, o la sociedad como un ente vivo compuesta de individuos-célula u hormiga.

Todo como respuesta a un libertarismo económico en el que tanto tienes, tanto vales. Algo que no era nuevo, pues es similar al tanto heredas títulos, tanto eres feudal; o el tanto matas, tanto vales anterior... y que a lo mejor hoy va tomando una nueva forma de "aristocracia hereditaria" basada en otras cosas.

Esta vez... creo que estamos en un punto en el cual el retorno va ser más complicado. Antes se partía de ciclos dentro de un sistema que tenía limites claros y se relacionaba con otros sistemas (en el caso de los siglos XIX y XX eran los estados nación, que desembocaron en grandes bloques y un tercer mundo). Hoy, con la globalización, queramos o no queramos ya solo hay un sistema. Y es global, planetario. 

Pensemos en que todo este nihilismo mundial que estamos viviendo.... puede desembocar en algo brutal, pues se ven las posiciones marcadas ya. Un anarcoliberalismo cada vez más insolidario y nuevas formas de colectivismos totalitarios que van a crecer en respuesta a las ideas anarcoliberales y económicas. 

El primer indicador es la desigualdad y la frustración colectiva, tras las que anida el nihilismo, que es padre y madre de las ideas más descabelladas a las que puede llegar una sociedad.


Rafael Ruiz Herbello

Algunas notas de la crisis de la democracia en la UE (y en España) I.



Actualmente, tras 8 años de crisis económica, hemos ido comprobando como la democracia se ha ido vaciando de contenido. Por supuesto este movimiento no se ha producido de un día para otro, ya que viene precedido por dos décadas de desregulación financiera y comercial y, en el caso europeo que es al que nos vamos a circunscribir, de la pérdida de poder de los Estados-nación hacia la UE.

Hemos podido comprobar durante estos años los ataques por parte de la TROIKA a los PIIGS, en general, y a Grecia, en particular, donde el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, llegó a afirmar que los compromisos europeos estaban por encima de las votaciones populares, ya sea vía referéndums o electorales (en este caso refiriéndose a la victoria de Syriza en Grecia), o la amenaza de la Comisión de aplicar la multa que iban a perdonar por el desvío del déficit al gobierno español de 6100 millones si se producía una nueva repetición de elecciones. Puedes afirmar, por consiguiente, que la democracia basada en los Estados nación ha sido vaciada de contenido por las decisiones del eje formado por la oligarquía europea, la burocracia de Bruselas, el gobierno alemán y aliados y vasallos del mismo en la eurozona.

En términos generales podemos afirmar que se ha ido produciendo un divorcio del poder respecto del gobierno. La Globalización neoliberal, que entró sin una oposición real tras el derrumbe de la URSS, ha debilitado los marcos de convivencia y de poder dentro de los Estados-nación, y, en especial, dentro de la UE (formada durante la década de los 90). El poder de las empresas transnacionales ha crecido a la par que la regulación sobre el comercio, las finanzas, etc., ha decrecido, y los países han cedido espacios de poder y decisión a organismos independizados (como los Bancos Centrales), a organismos supranacionales (como el BCE, FMI o la CE). Por consiguiente, por primera vez en la Historia, los centros de la industria a nivel global se trasladaron de las metropolis del “centro” del Sistema hacia la periferia (fundamentalmente asiática, pero no sólo), en busca de salarios más bajos, menos derechos y menos controles, favorecidos por las reglas aprobadas por la OMC. Tanto las grandes empresas en formas de presión directa, como indirecta (a través de los lobbys, puertas giratorias, financiación de partidos políticos, etc.), a la vez que la UE con las reglamentaciones, directivas, multas, etc., o el BCE con las políticas monetarias, así como los especuladores, tienen gran influencia sobre los gobiernos que ven comprometida su soberanía nacional, y mediatizada la democracia (en algunos casos falseada directamente).

Esta situación ha llevado a Ulrick Beck ha afirmar que “aquellos a los que votamos no tienen poder y los que tienen el poder no son votados por nosotros”, incluso, el presidente brasileño, Lula Da Silva, llegó a una conclusión parecida, respondiendo a un periodista que le preguntó cómo se sentía al haber alcanzado el poder, Lula le corrigió y le dijo que “no había llegado al poder, había llegado al gobierno, que no es lo mismo”. Colin Crouch, en su libro “Posdemocracia”, afirmó, en esta línea, que “cuanto más liberalismo se filtre en la democracia mayor será la distorsión de la política electoral”. Hecho que se puede comprobar cuando se ve quienes son los financiadores de las campañas de determinados partidos, la legislación que se aprueba después, y los favores en forma de asientos en Consejos de Administración que son devueltos después de los mandatos de Consejeros/as y Ministros/as o Presidentes/as.

Hay que precisar que aunque el poder de los Estados esté mermado no significa que no tengan poder. El neoliberalismo, y las grandes empresas, necesitan del Estado para subsistir y poder extenderse y acumular capital y aplicar sus medidas. Por ello tienen partidos, asociaciones empresariales, periódicos, think tank, etc., afines a sus ideas. Por consiguiente, la lucha por el Estado sigue siendo una de las luchas principales, y no se puede abandonar a los sueños del estilo movimiento zapatista, ya que luego las fuerzas neoliberales utilizan el poder del Estado contra los movimientos populares y las poblaciones.

Habría que añadir otro elemento central de esta situación, y es la transformación de nuestras sociedades en sociedades de Mercado y de consumo. Nuestras sociedades están organizadas en torno hacia el Mercado, que es lo que prima por encima de otras consideraciones, y por consiguiente en tasar, evaluar, y vender cualquier tipo de cosa, persona, animal, etc., susceptible de tener un “valor de cambio”. Por consiguiente, una Sociedad de Mercado trata de extender la mercantilización a todos los ámbitos de la vida, con especial interés en aquellos donde el Mercado no había llegado antes (como la naturaleza, los servicios públicos, los bienes comunes, etc.). También nuestras sociedades han pasado de ser unas sociedades de productores, donde lo importante era lo que producías, a unas sociedades de consumidores, donde lo importante es la capacidad de consumo que puedas alcanzar, y mientras más derrochadora mejor. La sociedad de productores era una sociedad sólida, de valores modernos ilustrados, donde los trabajadores/as podían planear su vida debido a la seguridad en el trabajo, etc. Mientras la sociedad de consumidores es líquida, postmoderna, donde la precariedad y la alienación consumista están extendidas, los valores ilustrados están en crisis, es insegura, etc. Todo eso se está desarrollando en plena crisis medioambiental (los dos modelos son incompatibles en el medio plazo con la conservación del planeta), que viene de la mano de otras crisis estructurales que amenazan la reproducción del capitalismo (y la vida en el planeta sino se le pone remedio).

Esto nos lleva a sacar algunas conclusiones de esta situación: 

La primera es que los países en la UE están sufriendo vía la UE, y gobiernos afines o derrotados, “terapias de choque” parecidas a las recibidas por las democracias populares o Rusia en los 90, y en América Latina en los 80-90. Estas terapias de choque buscan remover las conquistas del movimiento obrero logradas tras la II Guerra Mundial, y durante las décadas llamadas “doradas” del capitalismo, donde se crecía a mayor nivel que durante el período neoliberal. Eso supone lo que Ulrick Beck ha definido como la <<brasilización>> del trabajo (1), y la apertura de los espacios del Estado del Bienestar, y las empresas e infraestructuras públicas que queden, al capital privado de diversas formas (privatización, externalización, etc., en un proceso definido por David Harvey como “acumulación por desposesión”). Una vez completado el proceso, a la vez que se eliminan las resistencias (como movimientos sociales o sindicatos) o se las cooptan, podremos ver en todo su esplendor el poder de la oligarquía global (con participación europea) sobre los países de la UE y de otros lugares. Por lo tanto, la UE realmente existente, con todas sus contradicciones, está promoviendo las políticas neoliberales de obligado cumplimiento que tienen como consecuencia la deslegitimación de la propia UE y su crisis (luego abundaremos en esto).

La segunda conclusión es que estamos viviendo un tránsito de la democracia liberal representativa a unas democracias autoritarias, por lo tanto, estamos pasando del Estado burocrático-social al Estado gendarme. Para poder aplicar dichas maneras se han utilizado todo tipo de formas de coerción, meter miedo a base de propaganda con la inestimable ayuda de los medios de comunicación, aplicar tácticas de shock, etc., aprovechando que la derecha neoliberal no tiene un contrincante a su izquierda que tenga una teoría económica alternativa aplicable, que no sea una vuelta al pasado o una versión edulcorada del propio neoliberalismo (caso de muchos partidos socialdemócratas). La falta de una alternativa ha supuesto la entrada en crisis del sistema de partidos y la subida de partidos xenófobos, eurófobos, antiinmigración, antiislam, etc. (2)

La tercera conclusión es la vuelta a primera escena de la “cuestión social”, que parecía suspendida en “los años dorados del capitalismo” del pleno empleo. Ha aparecido la nueva categoría de trabajador pobre, la exclusión social aumenta, el trabajo a jornada completa y con derechos disminuye, los sindicatos se ven atacados y mermados, el desempleo crece, la pobreza y la desigualdad aumenta de forma alarmante, etc. Se está produciendo “el desmoche” de la clase media, donde una parte de ella se ha quedado en la cuneta, no siendo ya necesarios para una economía altamente depredadora y financiarizada, que busca países a los que saquear, y que obtiene la mayor parte de sus beneficios de la economía no real. Por lo tanto las cuestiones de “clase” están volviendo al primer plano.

La cuarta conclusión es que en la situación actual del mercado de trabajo, más la sociedad de consumo, está provocando la disolución de los lazos de solidaridad y comunitarios, así como de la familia que había sido el pilar de la sociedad capitalista anterior. Esto lleva a una sociedad hiperindividualista, teniendo consecuencias graves para cualquier proyecto emancipador, ya que dificulta la formación de un bloque contrahegemónico.

La quinta conclusión es que ante esta situación de inestabilidad, muchas personas empiezan a retornar a valores que se consideran “eternos” o “tradicionales”, apareciendo sectas cristianas, grupos religiosos en general, recuperación de unos valores “nacionales” en vías de disolverse ante el cosmopolitismo imperante de una cultura cada vez más globalizada. La situación de inestabilidad, crisis, fractura, y renuncias, explica en parte el ascenso de los partidos de extrema derecha aupados en discursos “populistas”, racistas, xenófobos, y tradicionalistas, estilo el Front National, que ha logrado captar a parte de la antigua clase obrera, y a parte de una clase media desorientada y temerosa de su situación personal por la crisis y las medidas de “austeridad” que no la están solventando. Esto se ha visto favorecido por la debilidad de la izquierda (o su entrega a las políticas y valores neoliberales), y de un giro hacia la derecha de muchos partidos de centro-derecha, en el marco de la crisis de la UE, y de las medidas que ellos mismos han implementado y que crean resistencias.

La sexta conclusión deriva de la anterior. La crisis de la UE y la búsqueda de “americanizar” la UE, está llevando a la propia Unión a temer por su propia disolución. Podemos representarlo con la imagen de los “bomberos pirómanos”, que están creando resistencias y frustraciones por todo el Continente. La casi victoria de la extrema derecha en las presidenciales austríacas, y el BREXIT (del que todavía no se perciben las consecuencias), son los primeros toques serios de atención (que han venido precedidos por otros menos serios para la estabilidad de la Unión como la situación en Polonia y Hungría). Toques serios que no vienen de las fuerzas progresistas, sino desde el otro extremo del tablero, prometiendo una vuelta a los Estados-nación, políticas antiliberales, y políticas de inmigración mucho más duras. Por el otro lado, la izquierda a la izquierda de los PS (3) tienen diversidad de opiniones y propuestas, lo que esconde la inexistencia de un proyecto entre la vuelta sin más al Estado-nación o el mantenimiento de una actitud y política euro-naif. La resolución de dichas contradicciones demostrará si la izquierda tiene algún futuro en un Continente que se va desmoronando poco a poco, y toma la iniciativa, o se ve colocada en una posición de absoluta impotencia.

La séptima conclusión es la inexistencia de una propuesta económica alternativa a la neoliberal, más allá de una reedición del keynesianismo en sus distintas variantes que choca con la imposibilidad del Planeta de poder seguir creciendo a el mismo ritmo. Esta contradicción pone en peligro las propuestas de solución alternativas, como al capitalismo en si mismo.

La octava y última conclusión es la oposición total entre el capitalismo financiarizado, neoliberal y global, respecto a la democracia. A más capitalismo menos democracia tal y como hemos estado comprobando. El maridaje de “los años dorados del capitalismo” entre democracia liberal-representativa y capitalismo (productivo) ha acabado, produciéndose un proceso de oligarquización del poder, yendo a parar a lugares no elegidos, y manejados por personas que no se presentan a las elecciones y que tienen un plan global para un mundo dominado por las clases altas y sus grandes empresas.

En el siguiente artículo analizaremos la situación de España y las perspectivas que se abren de esbozo de solución.


Notas a pie de página:
(1) “La política económica de la inseguridad”. Ulrich Beck: http://elpais.com/elpais/2012/04/27/opinion/1335552968_819732.html
(2) Las excepciones, por ahora, han sido el ascenso de Podemos y de Syriza, que no entran dentro de esa clasificación, y son partidos de izquierdas.
(3) Para ver las causas de la crisis de la socialdemocracia: https://teoriaypraxisblog.wordpress.com/2016/04/20/la-crisis-de-la-socialdemocracia-en-perspectiva/



Pedro González de Molina Soler

Mi patria es el planeta (II)



El siglo XXI requiere que abandonemos el enfoque mundo y abracemos la perspectiva planeta. Exige transitar desde la noción de sociedad a la de comunidad planetaria. Armonizar la ciudadanía estatal con una nueva ciudadanía de la Tierra. Para ello es necesario construir un nuevo sentimiento de identidad y redefinir el actual sentimiento de pertenencia.

El territorio fue definido, primeramente, por las fronteras de los estados. Hoy vuelve a ser delimitado por el cambio climático, que con sus muros climáticos, determina los espacios habitables, los recursos disponibles, los movimientos migratorios y la seguridad de las personas. El territorio del planeta está siendo redefinido por el sumergimiento de unos debido a la subida del nivel del mar y por la emergencia de otros por el deshielo. Pero también, y sobre todo, debido a la aparición de murallas climáticas, nueva categoría de fronteras que separan por inhabitables territorios antes habitables. En este contexto, cuyo efecto es el desplazamiento masivo de seres humanos en busca de refugio, las fronteras políticas se convierten en instrumentos de agresión a los derechos humanos de los desplazados. La solución no es el viejo control de fronteras para la salvaguarda de los intereses y la cohesión nacionales. Exige desarrollar una perspectiva planetaria de la ciudadanía, del estado, así como de las relaciones con la Naturaleza.

La sociedad humana es sólo un subgrupo de la comunidad planetaria. Comparte morada con el resto de seres no humanos. También con aquéllos que vendrán después y ocuparán el mismo planeta. El primer deber de toda comunidad es velar por la continuidad de la misma en el tiempo. Para lograrla hay insertar en la actividad económica la variable intergeneracional o justicia entre generaciones. Se materializa ésta con el reconocimiento y establecimiento de derechos y obligaciones planetarios, cuyo efecto es vincular a los ciudadanos con el planeta y con el futuro.

¿Qué son estos derechos y obligaciones? Los derechos planetarios, son derechos inherentes a todas las generaciones, no limitados a las posteriores cercanas. Comprenden los derechos a condiciones de biodiversidad y calidad ambiental equivalentes a las disfrutadas por generaciones anteriores. En cuanto a los deberes planetarios, el principal es que cada generación sólo puede tomar del planeta aquello que le resulte necesario para satisfacer sus necesidades, sin comprometer la capacidad ecológica y socioeconómica de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Este deber contiene cinco deberes de uso: de conservación de los recursos; de acceso equitativo a la utilización de los recursos; de prever o disminuir el impacto negativo sobre los recursos o la calidad ambiental; de minimizar los desastres; de soportar los costes del daño.

¿Cómo materializar estos derechos y obligaciones? Una fórmula es el establecimiento de un estatus ciudadano desdoblado: en una ciudadanía de la Tierra, de la que se estaría investido por el mero hecho de pertenecer a la comunidad planetaria, y a la que se vincularían los derechos y deberes planetarios, garantizados por un organismo global y los estados; y el estatus de ciudadanía clásico, vinculado al estado o ente supranacional de residencia, al que quedarían vinculados los derechos políticos y sociales. Se trata con ello de forjar un sentimiento de identidad planetaria. Una identidad inclusiva que parte del hecho de habitar todos el mismo planeta, y se basa únicamente en el nosotros, no en el ellos y el nosotros. Esta identidad planetaria se debería acompañar de un sentimiento de pertenencia al territorio de residencia, apoyado en un patriotismo constitucional verde. Éste significa que la libertad de empresa se transforma en «libertad dentro de» los límites del planeta y dentro de la cuota de recursos que cada generación tiene asignados. Que el significado de la igualdad es reconstruido desde la realidad del cambio climático, el reconocimiento de la finitud del planeta y la problemática del acceso a los recursos y a los servicios ambientales. Y que la justicia también es ambiental: derecho a un medio ambiente más limpio, más sano y más seguro, porque no hay justicia social sin justicia ambiental, pues las desigualdades sociales hoy tienen su origen no sólo en el desigual acceso a los recursos, sino también en el desigual acceso a los servicios ambientales.
Hoy, más que nunca, cuando mes tras mes se suceden los records de temperatura media del mundo, es necesario hacer realidad la expresión no hay más patria que el planeta y forjar el sentimiento de identidad planetario. Es necesario comenzar con las mutaciones moleculares y las enmiendas a la totalidad, para dejar a atrás la vieja sociedad industrial e instalarnos en la comunidad planetaria. De continuar la parálisis actual, la segunda mitad del siglo XXI podría estar dominada por dictaduras ecofascistas que combinen la ecoeficiencia autoritaria con la justificación de las desigualdades sociales. El escenario resultante sería un mapamundi poblado de «archipiélagos bunkerizados de bienestar» en un mar de barbarie.


Francisco Soler






Tiempo de ecología política


Vivimos un tiempo de hierro. Mecánico. Oxidado. Es el tiempo de la negación de la Naturaleza que lleva al hombre a su fin. Al fin de la historia humana. Historia que admite aceleración o frenada, al igual que el tiempo factual creado. Este tiempo es el de la máquina, reflejado en la película Tiempos Modernos. Un tiempo sin memoria. Fraccionado. Acelerado. Un tiempo que «aleja al hombre de la Tierra». Lo destierra. Es necesario, por ello, recuperar la Tierra. Aceptar el tiempo geológico. Reconocer el tiempo de vida. Aprender que somos un instante contingente del tiempo de la Naturaleza.

El ser humano se tiene que arraigar otra vez en la Tierra. Una de las expresiones de esta necesidad de arraigo es la ecología política. Ahondando en su significado puede decirse que ésta es un nuevo helenismo. Su peculiaridad consiste en fusionar la historia humana en la historia del planeta, con un universalismo que abole las diferencias entre especies, razas, sexos o condiciones y habla un idioma común: el del respeto a los límites de la Naturaleza. Es un ideal universal que se funda en la heterogeneidad y la diversidad. En él la pertenencia que disuelve a las demás, es la pertenencia a la Naturaleza. La ecología política no intenta crear un mundo humano, sino reintegrar al ser humano en la Naturaleza. No hay patrias, sino planeta. Trata para ello que el hombre admita que lleva dentro de sí y que le envuelve el espíritu de la Naturaleza. Hombre y Naturaleza son «lo Uno-en-lo-diferente». La ecología política expresa la fusión del hombre en la Naturaleza bajo la voz de la emoción y de la razón. Según este nuevo helenismo cada ser humano se autoconstituye en creador de la armonía de su propia existencia en la Naturaleza. Se convierte en un proyecto ético y estético irrepetible, que permite la continuidad de la misma como un lugar de contingencia.

A diferencia de las doctrinas de hierro del siglo XX: liberalismo y socialismo, cuya expresión política es la construcción de un pueblo o de una casta, la expresión política de la ecología es la construcción de una civilización, que haga realidad la idea de la igualdad fundamental de todos en la Naturaleza. Una Naturaleza como único límite, que disuelve las limitaciones geográficas, étnicas o de otro tipo y abole los puntos étnicos o geográficos destinados al dominio político de los otros: especies y hombres. Esta diferencia tiene su origen en la diferente concepción del tiempo que estas tienen. La ecología política tiene una idea circular del tiempo, profana. Para ésta el origen es el comienzo en una eterna repetición atravesada por el azar. Esta concepción permite que el ser humano siga siendo un ser histórico. Imposibilita el fin de la historia. Para ésta, que subsume en la Naturaleza la naturaleza humana, el acontecimiento que exige que todos crean en él, es el cambio climático. Este suceso muestra la necesidad de una historia con una temporalidad diferente. De un tiempo que cree un lazo con el futuro y cree duración. Evidencia la necesidad de la política. Derivado de ella nacen las nociones de comunidad planetaria, ciudadanía de la Tierra o cuerpo político-biológico. Emerge la civilización de la igualdad fundamental.

En frente está la concepción lineal del tiempo, judeocristiana, que conduce al final de la historia humana, a la caída en el abismo, resultado de la visión del progreso económico, productivista y materialista imperante. Este tiempo, el de la ciudadanía burguesa, trae de la mano la necesidad de expansión del comercio. En él nada nuevo puede ser dicho (todo está inventado ya) y sólo puede ser meramente administrado a través de las «tareas de producción, circulación y consumo». Significa la victoria de la economía y de la administración. El triunfo de la absolutización del trabajo. La victoria del amo sobre el esclavo. Es el preludio, por creencia compartida, del reemplazo de la política por la ciencia.

Treinta y ocho días después de las segundas elecciones generales en España, todas las fuerzas políticas, excepto una, la ecología política, luchan por alcanzar el gobierno de la máquina de producción y consumo. Unos en términos de economía y administración. Otros para la construcción de la unidad popular. Pero hay alternativa. La que aspira a un hacer que no se degrade en la pura actividad y trabajo. La que se afana en un hacer sin perder la dimensión contemplativa. La que inscribe la democracia en la asunción vital del ejemplo que niega la posibilidad de separar la vida de sus formas. La alternativa verde. La historia «no depende del destino, sino del diseño.»


Francisco Soler