Violencia ecológica: medios y fines



Si la violencia tiene formas específicas en lo histórico y en lo social, y se produce en contextos igualmente específicos que le otorgan sentido, la forma específica de violencia de la época en que vivimos, dominada por el cambio climático, es la violencia ecológica: una explotación económica, sin límites, de la Naturaleza, hasta el punto de violentar y destruir sus leyes. Esta violencia, que ha cambiado la relación entre medios y fines, sin embargo, no es calificada como tal. Es imaginada como fuerza legítima, violencia autorizada, poder legal o poder del estado. El ensayo de W. Benjamín «Zur Kritik der Gewalt», de 1920, ha adquirido, otra vez, inusitada vigencia, debido al cambio climático. La manifestación de sus efectos y su progresiva amplificación ha creado una crisis global y del orden democrático-(neo)liberal, similar a la que ocasionó el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania. La especificidad de la situación actual es la interrelación entre la crisis ecológica global, de la que su mayor expresión es el cambio climático; una crisis financiera; y la crisis del trabajo que ha originado la automatización.


 

La vigencia que muestra el ensayo de Benjamín, pone de actualidad nuevamente el problema de la violencia. En este caso, el de la violencia ecológica. En este contexto debemos preguntarnos si la violencia, esta violencia en concreto, sólo puede ser perpetrada en el ámbito del derecho, la política o la moral. O si también es posible la existencia de una violencia natural, posibilidad hasta ahora negada. 

El cambio climático, en una paradoja, permite afirmar la existencia de este tipo de violencia. Éste no puede ser calificado como un suceso semejante a un terremoto. Un seísmo es resultado de la acción de las leyes de la geología. Se desencadena sin intervención humana. El cambio climático no es un suceso. Ni tampoco un simple fenómeno. Es la respuesta de la Naturaleza al quebrantamiento de sus leyes. Es un acontecimiento. Algo  perturbador, que parece suceder de repente e interrumpe el curso normal de las cosas. Esta percepción es la que tiene la gente del cambio climático. Además como dice Zizek, «reconfigura el presente y habilita un futuro impensable sin él,  (…) redimensiona y articula el pasado que le precede para que este pasado pueda abrazarlo, encajarlo, explicarlo.»

Pero el cambio climático es, además, antropogénico. Un acontecimiento originado por la mano del hombre, bajo el amparo del Derecho del Estado. Violencia natural desatada por el hombre, que opera y despliega sus efectos en la biosfera. Pero también en el orden simbólico del derecho, de la política y de la moral. Guerras del petróleo por el control de los yacimientos y la seguridad del suministro; migraciones masivas por causas ambientales. Auge de una extrema derecha xenófoba y nacionalista. Tratados, acuerdos y convenciones climáticas (el último, el Acuerdo Climático de París).
El cambio climático es poder constituyente
La violencia del cambio climático afecta a la «vida desnuda», pero también al animal político, al «’algo más’ del zoon politikon aristotélico». Afecta a la vida desprovista de protección jurídica y, del mismo modo, al ciudadano y a la ciudad. Es ley natural rota. Violencia pura.  Destruye el derecho humano y las leyes económicas. Pero a la vez funda, instituye, un nuevo derecho, cuyo marco y límite habrán de ser las leyes naturales. Es poder constituyente. Afecta a la política. El modelo de deliberación parlamentaria de producción de las leyes queda, por tanto, puesto en cuestión. Y si la democracia está en crisis, también lo estará el concepto de derecho propio de ella. Ese que proclamó que la propiedad es un derecho inviolable y sagrado, y declaró la libertad de empresa, productora de la violencia ecológica.
El cambio climático evidencia la ironía que él mismo constituye: el máximo despliegue de poder humano, coincide con su máxima impotencia
La violencia ecológica, por tanto, niega el axioma que el enjuiciamiento de los medios sólo puede hacerse desde el derecho positivo activo y no desde el derecho natural. El cambio climático muestra la necesidad que este enjuiciamiento se realice desde esta segunda óptica: la de la ley natural. En la distinción entre medios y fines, se ha sostenido hasta ahora que cuando había una contradicción entre fines justos y medios justificados no existía una solución. La explotación sin límites de la Naturaleza se ha considerado un medio legítimo para alcanzar progreso y bienestar social e individual. No existía contradicción entre medios y fines. Eran justificados y justos. El cambio climático, sin embargo, ha advertido la necesidad ineludible de interrumpir, de detener, la continuidad violencia ecológica-derecho. Desvela una violencia que pretende un fin injusto. Que se apoya en un derecho inaplicable, cómplice de la destrucción de la Naturaleza y sus leyes. El cambio climático evidencia la ironía que él mismo constituye: el máximo despliegue de poder humano (científico, técnico y económico), coincide con la máxima impotencia humana.  Violencia instalada en la Naturaleza que se erige como autoridad, para excluir la violencia económica que amenaza el orden natural.
 El contrato social necesita ser acompañado de un contrato natural
El enjuiciamiento de la actividad humana desde la óptica de la ley natural, permite poner en relación dos realidades hasta ahora desconectadas: Naturaleza y mundo. Desde esta óptica se puede sostener que el cambio climático introduce la Naturaleza en la Historia y la Historia en la Naturaleza. Cabe preguntarse entonces: ¿Puede ser considerado el cambio climático una categoría histórica? Si. El cambio climático debe ser pensado como una nueva categoría del análisis histórico. Y es que la representación de la Historia que origina el cambio climático ya no puede mantenerse. La interrelación del ser humano con el planeta ya no es física, corporal, individual; sino global, colectiva. Ya no es con los elementos locales, sino con la atmósfera, los océanos, los desiertos, las selvas. Con las reservas de recursos. Las megalópolis han devenido «variables físicas que ni piensan, ni pacen, pesan.» Se han hecho tan irreverentes para el planeta como el grafitti de la pared de un cementerio que decía: «levantaos gandules, la tierra para el que la trabaja». En este contexto histórico, en el que la «teología de la producción» ha llevado hasta sus últimas consecuencias el mandato bíblico «dominarás la tierra», el viejo contrato social debe ser acompañado de un nuevo contrato natural. El ser humano no puede continuar viviendo encerrado en lo social, ignorando el planeta. «El contrato social viene directamente de la naturaleza.»

Política de supervivencia frente a la crisis ecológica, pero también frente a un fascismo latente como tendencia de masas que espera ser activado. Y lo será si no se firma el nuevo contrato. Un fascismo que, en su versión siglo XXI, se puede presentar también como un deslizamiento hacia regímenes autoritarios o disfuncionales que esgrimen el cambio climático como técnica de control social y de persuasión bajo el pretexto de actuación frente a la emergencia climática y la escasez de tiempo. Ecofascismo.  Algunos think tank piden ya que las implicaciones del cambio climático y el calentamiento global se integren en la estrategia de seguridad nacional y de defensa, no en la estrategia de lucha contra el cambio climático. Para Benjamín «la regla es el “estado de excepción”». Hoy éste es ecológico, además de social.


Paco Soler 
http://mas.laopiniondemalaga.es/blog/barra-verde/2016/12/30/violencia-ecologica-medios-fines/ 

El beso capitalista del amor

 
Nadie a lo largo de un día como hoy lleno de horarios y quehaceres, y con la pendiente tarea de dedicarse a buscar un regalo ideal para aquella persona amada se para a pensar en el entramado social del que es esclavo inconscientemente. Pero, seguro que habrás visto mil anuncios de colonias, chocolates, escaparates con joyas y a un dependiente en mitad de la calle vendiéndote flores preciosas. 
 
El hecho de que San Valentín sea el patrón de los enamorados tiene una interpretación curiosa, según algunas versiones, el origen está en los países nórdicos, ya que en estas fechas los animales empiezan a aparejarse y surge el deseo sexual. En las culturas Clásicas (Grecia con Eros y Roma con Cupido), tenían sus propios dioses que favorecían la procreación y el Amor. Pero, no es hasta el siglo III D. c cuando aparece la versión más verosímil. En esta época se prohibía el matrimonio a los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban ligados a sus familias, de manera clandestina San Valentín los casaba, contraviniendo esta orden. Hasta que este fue detenido, siendo emperador Claudio II, el cual quedó cautivado de las ideas cristianas, pero los patricios y militares obligaron ejecutar a San Valentín el 14 de febrero. 
 
Siglos más tarde, A principios del siglo XIX, con la reducción de los costos de los servicios postales en Gran Bretaña, lugar de origen en el SXVIII, se popularizó el envío de tarjetas de San Valentín anónimas. Las imprentas comenzaron a producir en Gran Bretaña las primeras tarjetas genéricas con mensajes, versos y dibujos para enamorados. Pronto se volverían tan populares que comenzarían a producirse en masa. Nacía así, la costumbre de enviar tarjetas de San Valentín genéricas y la comercialización de esta festividad. Desmontamos así la creencia de América como nido de la capitalización. 
 
Sin embargo, sí debemos destacar el papel de Norteamérica y en concentro el nacimiento en Estados Unidos de la primera fábrica de tarjetas de San Valentín de la mano de Esther Howland y con ella, una industria que en la actualidad mueve miles de millones de dólares al año.

En la década de los años 1920s, también se empezaron a producir tarjetas de San Valentín con frases graciosas o incluso satíricas y de humor ácido, como si fuesen una especie de Anti-Valentín. También eran utilizadas por los detractores a vincular el Día de San Valentín con los enamorados. Las tarjetas iban dirigidas especialmente a los petulantes, a las solteras de edad avanzada, a los dandis que se negaban al matrimonio y a las feministas, en una época en la que se desarrollaban muchas luchas sociales por los derechos de la mujer. En la década de los años 1930s, con la crisis económica hubo caídas de ventas y las tarjetas eran algo más austeras, pero la tradición no se apagó. En los años 1940s, durante la Segunda Guerra Mundial, las tarjetas incluían frases con juegos de palabras relacionados a lo bélico y lo amoroso. Durante el siglo 20, se fueron sumando más productos comerciales relacionados desde hace siglos con el amor. 
 
En la actualidad son un gran número de países los que lo celebran; Japón, Italia, Ecuador, Corea del Sur, Chile, Brasil, Argentina, Dinamarca, Canadá, Puerto Rico o Perú entre otros. Viendo tanto apoyo y seguimiento internacional a este día me pregunto si verdaderamente demostramos así nuestro amor o si estamos movidos por las ofertas comerciales y la presión social, quienes ganan realmente con todo esto y si de verdad sabemos del pasado para poder entender el futuro. Aunque, sea analizando de entre muchas otras, una festividad maquillada con corazones y pintada de rojo. 
 
Nunca viene mal pararse a leer durante diez minutos y pensar qué repercusión pueden tener nuestras acciones y sobre qué trasfondo económico y social estamos creciendo nosotros.




Inmaculada Lagóstena Utrera

¿QUE PASÓ EN VISTALEGRE II?


No pasó nada y pasaron mil cosas a la vez. En virtud del sistema de votación y debate elegido en su día por las bases, el debate estaba prácticamente liquidado al inició del sábado día 11, ya que en PODEMOS se vota online y el comienzo de dichas votaciones había comenzado 4 días antes. Las cartas prácticamente estaban echadas.
Pero por otra parte la visualización de todo el debate de semanas anteriores, la teatralización de los temores de cientos de miles de personas ante una posible RUPTURA mil veces anunciada por los medios, más interesados en la parafernalia personalista entre Pablo e Iñigo, y por supuesto en contar en directo el divorcio y liquidación de PODEMOS para bien del régimen del 78 y alivio de todos los lobbies de poder, NO SE CUMPLIÓ.
La gente en masa, sin distinción de familias pablistas, errejonistas o anticapitalistas, grito hasta la extenuación UNIDAD, UNIDAD, Y UNIDAD, el SI SE PUEDE de otras ocasiones quedó en segundo término y apagado por el riesgo de perder la herramienta más poderosa de liberación y soberanía popular que hemos sido capaces de crear desde la transición.
Por otro lado, los datos hablan de una estrategia del SG muy exitosa en el sentido de arrinconar el debate de ideas, llevándolo al terreno de su permanencia al frente de PODEMOS. Y es sabido que la política apela a dos sentidos que a la vez son imprescindibles y en pugna permanente, la EMOCIÓN y EL INTELECTO.
PODEMOS es fruto de esa pugna entre la inteligencia colectiva de los jóvenes y no tan jóvenes que arrastraron a las calles a cientos de miles de personas el 15M cuando parecía que la batalla e incluso la guerra de las ideas y la rebeldía estaban perdidas, y la emoción de un grupo de jóvenes universitarios en su mayoría, que supo leer en clave histórica el momento exacto de poner en marcha una herramienta política en la calle, sin apoyo económico de ningún tipo, y con todas la élites económicas y políticas de este país en contra.
Son las dos ALMAS de PODEMOS que no podrían subsistir la una sin la otra para ser un proyecto de amplias mayorías sociales que dé la vuelta a este país como un calcetín.
Pero como en toda lucha épica, unas veces un alma se impone a la otra, pasando a controlar un periodo de la historia, hasta comprender que la eliminación de su alma gemela comporta la muerte física del sujeto.
En esta ocasión y de forma clara, el alma EMOCIONAL de PODEMOS se ha impuesto al alma más RACIONAL Como toda situación dual comporta riesgos, pero la política es el riesgo continuo de crear expectativas no cumplidas.
Yo no hablaría tanto de las proporciones que cada familia ha cosechado en el CCE o de los votos de los diferentes documentos, porque en los mismos sólo se aprecian matices que incluso a un lector poco avezado políticamente les pueden parecer nimios. Y además en todos ellos se aportan elementos de uno y otro cariz, sean emocionales apelando a los cambios necesarios, objetivos políticos y sociales, etc. retos en definitiva; o intelectuales acentuando las diferencias en la metodología organizativa y discursiva para llegar a conseguir esos retos y programas.
En resumen, todos los documentos de las diferentes familias coinciden casi en el 99% en cuáles son los objetivos a conseguir. Diríamos que coinciden en el QUÉ y en el CUÁNDO, pero difieren en el CÓMO, que no es poco: ¡Cuántos proyectos de cambio social, de izquierdas o de unidad popular han fracasado por la forma de dirigir sus discursos a la ciudadanía, y por sus métodos organizativos, que han terminado estrangulando a las organizaciones de base y a la militancia!
Quien piense que la pugna en PODEMOS ha estado en ser más o menos de IZQUIERDAS, no ha entendido nada, o sólo se ha fijado en la propaganda interesada y machacona de los medios de comunicación. Estos medios han simplificado todo al blanco o negro, y dentro de sus pobres esquemas de considerar el mundo político dividido en personas que van desde la extrema derecha a la extrema izquierda con un arco de 180%.
Y no han entendido que la ciudadanía postindustrial tiene muchos más elementos de catalogación política y filosófica, mucho más intercambiables ideológicamente, o como lo llaman Bauman o Zizek, en sus obras, “modernidad o sociedad líquida”. La gente hace y deshace alianzas en función de intereses más inmediatos y de ideas más concretas, y que ya no pasan forzosamente por la lucha inquebrantable de la Clase Obrera por su liberación total.
Este es el elemento de fondo que nos jugamos en los próximos años, emprender un camino demasiado escorado hacia las estructuras tradicionales y anticuadas de los partidos políticos, que no han sabido responder al reto histórico de la globalización y la democracia acorralada por el neoliberalismo capitalista de última generación, o seguir experimentando nuevas vías de participación democrática avanzada, deliberativa y experimental que nos sitúen en la vanguardia de la lucha por el cambio político y climático, y por ende en la justicia social. Esta es la cuestión.
De momento hemos salvado el mayor escollo que teníamos por delante forzando una unidad programática y estructural que parecía difícil. A diferencia de los congresos cartón piedra de PP y Cs, y la incógnita del PSOE que, a tenor del golpe de mano de la gestora, no parece afrontar un panorama dialéctico muy alentador, en PODEMOS se ha realizado un debate serio, bronco en ocasiones, casi descarnado entre sus dos almas fundacionales, y la herramienta está lista para liderar a la mayoría social con ganas e ilusión. El grito de muchxs inscritxs, de “no queremos ser el PSOE, pero tampoco IU” sigue retumbando en las cabezas tras cerrar las redes y envainar los sables. TODAS A UNA….como en Fuenteovejuna, se ha impuesto.
De la inteligencia emocional del próximo equipo que salga del CCE, depende que sus dos almas sigan vivas y presentes, y en la pugna eterna y simbólica que representa el héroe victorioso de la mitología.
Si por desgracia la pura emoción pasional y la reproducción de viejas recetas organizativas rompen el equilibrio primigenio, muy probablemente habremos perdido un tiempo precioso, y habríamos desperdiciado la confianza que millones de ciudadanxs de nuestro país, de Europa y el resto del mundo han depositado en la herramienta de cambio político progresista, que puede y debe frenar el fascismo e involucionismo de los países más industrializados, y que en estos momentos se llama PODEMOS.
Todo esto pasó en Vistalegre II, mientras ya la suerte estaba echada.


Federico Noriega Gonzalez


Hacia los Estados Unidos de Europa


"Seguimos en los principios de Versalles cuando se estableció el derecho de cada nación a la autodeterminación. Pero eso hoy es una ficción porque no existen territorios homogéneos. Hoy toda sociedad es una colección de diásporas”.
Zygmun Bauman[1]

“Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”.
Declaración Schuman[2]

En los últimos años, con motivo de la crisis económica y social que vive el mundo se han puesto en cuestión diversos pilares de las instituciones políticas democráticas (tradicionales). El cambio de paradigma en la representación política, con la emergencia de nuevos actores y nuevas formas de acción colectiva se ha visto también reflejado en la crisis del modelo territorial en el caso de nuestro país y en el de otros muchos en nuestro entorno. Para muchos analistas, académicos y lideres políticos, el federalismo vuelve a estar en el centro del debate político. Este artículo divulgativo trata de realizar una aproximación al concepto de federalismo, en su vertiente o particularidad, a juicio del autor, más eficiente en el momento que nos ocupa: en la evolución a través de reformas federalizantes de la actual UE a una entidad democrática supranacional, plenamente integrada, que podría denominarse como los futuros Estados Unidos de Europa.

  1. ¿Qué es el federalismo? ¿Y el federalismo europeo?
El concepto de Federalismo alude a la palabra latina “foedus”, que significa pacto y acuerdo. Para concretar este concepto podríamos vincularlo a dos ideas fundamentales. La primera es el principio de subsidiariedad que supone aplicar las políticas en el nivel de gobierno (local, regional, nacional o federal) más apropiado para su más eficiente gestión, desde el ciudadano en sí hasta el nivel federal. Siguiendo a Enrique Barón[3]: “al ciudadano, sujeto central que legitima el sistema democrático, la subsidiariedad le permite ascender o descender la escalera de poderes federados desde lo local hasta el federal” permitiendo así que las administraciones de ámbito territorial inferior puedan tomar decisiones que antes tomaban las de ámbito superior y acercando las decisiones a la ciudadanía. ¿Y por qué considerar esta cuestión es clave hoy? Porque la mayoría de los desafíos que afrontamos en la actualidad como el cambio climático, la seguridad ciudadana, la regulación de los flujos de capital o la prohibición de los paraísos fiscales, y las oleadas migratorias o crisis energéticas son problemáticas que trascienden la potestad y capacidad de los estados nacionales. La puesta en práctica del federalismo conlleva una dispersión de los focos de soberanía y una distribución del poder y por ello, la planificación de un gobierno multinivel, que dota a los Estados y las entidades superiores o inferiores de un nivel de autonomía suficiente para adaptar estas respuestas globales a las circunstancias locales[4]. Por todo ello se puede afirmar que, en el momento presente, no es la democracia centralizada la que ofrece las soluciones más adecuadas a este momento donde nuestras sociedades son complejas y mestizas, sino la democracia federal.

El otro principio que debe ser un componente intrínseco al federalismo es la solidaridad (en este concepto también encontramos la raíz latina, “fides”, que quiere decir confianza). El nivel federal debe disponer de mecanismos que promuevan equilibrios macroeconómicos, que generen economías de escala y redistribuyan la riqueza para que se implemente, de esta manera, un desarrollo económico y social coherente. Para que la federación sea fuerte sus partes también deben serlo. En el caso de la actual Unión Europea, esto puede evidenciarse con un presupuesto federal aumentado (y con la capacidad por parte de la UE de recaudar sus propios impuestos) que la habilite para llevar a cabo políticas propias de manera autónoma a los Estados miembros, una política económica y fiscal común y una unión política que dote de legitimidad a las políticas federales.

El federalismo se manifiesta través de una actitud que conlleva un compromiso, una lealtad federal y la voluntad de compartir destino en una unión por ser el mejor sistema para garantizar la paz, la libertad y prosperidad.  Se puede, por lo tanto, afirmar que en el mundo no hay un único modelo o canon federal, sino diversos y adecuados a su proceso de constitución y a sus particularidades políticas, históricas o culturales: la URSS, México (o para ser exactos los Estados Unidos Mexicanos), Canadá, Argentina, Alemania o Estados Unidos constituyen casos diversos. La UE ha defendido estos principios y recogido su origen federalizante con el lema Unidad en la Diversidad que hace referencia a la cohabitación de diferentes culturas, lenguas y orígenes en su espacio político.

La diferencia entre federalismo y confederalismo (un concepto muy citado en determinados debates) se podría establecer en que en el primer caso existen poderes compartidos, pero dentro de un Estado soberano, mientras que en el segundo la soberanía se comparte entre los diversos territorios que la forman, por lo que constituye una etapa anterior en el proceso federal. En la federación hay más centralización y poder compartido en un gobierno común que en la confederación, donde el poder sigue residiendo básicamente en las partes componentes y sólo delegan algunas funciones a dicho gobierno.

Durante la Segunda Guerra Mundial, a la que nos podemos referir, desde una perspectiva europeísta como la Guerra Civil Europea (la segunda gran guerra de los 30 años, 1914 – 1945) tiene lugar el hecho, que consideramos fundacional del movimiento federalista europeo. La redacción del Manifiesto de Ventotene[5] en 1941. Ventotene, un islote pequeño, rocoso, en el golfo de Nápoles. Un islote usado como lugar de confinamiento para los antifascistas italianos, será el lugar donde Altiero Spinelli, Ernesto Rossi y Eugenio Colorni junto a otros intelectuales como Úrsula Hirschmann alumbrarán el Manifiesto por una Europa Libre y Unida en el que ya introducirán ideas fundamentales que se materializarán en el posterior proyecto de construcción europea: hablamos de una Europa sin fronteras, de una monedad común, de un parlamento elegido por sufragio universal directo, o del fin de la guerra y la consecución de una verdadera paz europea. Las páginas de este texto siguen pareciendo a día de hoy revolucionarias. Y es que en el pasado la idea de Europa siempre se había intentado imponer (durante el Imperio Romano, pero también en el siglo XIX con las invasiones napoleónicas y en el XX con el III Reich o la Unión Soviética) mediante la fuerza de las armas. Ha sido únicamente, a través del proyecto de construcción europea, y la actual UE, que ha podido fructificar una etapa de prosperidad y paz como la actual, sin parangón en nuestra historia. Una etapa que mediante el acuerdo político y el hoy tan desprestigiado consenso, principalmente entre las familias socialdemócrata y democristiana, ha hecho posible esta etapa de desarrollo y riqueza, en la que conviven 500 millones de europeos en paz.

El federalismo es, por lo tanto, una forma de organización del poder, pero al mismo tiempo una de las grandes tradiciones del pensamiento político, y constituye en sí una línea de pensamiento autónoma. La culminación del proceso de construcción de la actual UE se basaría en la puesta en funcionamiento de estructuras de carácter típicamente federal para su consecución.

  1. El diagnóstico federalista: La crisis del Estado-Nación
La ciudadanía consciente tiende a conocer las ideologías tradicionales entre las que destacan la socialdemocracia, la democracia cristiana, el liberalismo político y económico y el ecologismo ¿así pues, por qué el federalismo produce confusión y no se asocia políticamente de un modo automático? De esta pregunta también se deriva, al mismo tiempo, una de sus partes positivas. Es una filosofía política abordable desde las diversas sensibilidades ideológicas. Pero también emergen problemas. En muchos estados europeos el federalismo tiene una noción o una imagen negativa:

En el Reino Unido, el federalismo se asocia a una dependencia y a una centralización en Bruselas. En Francia está asociado en el imaginario colectivo con la ruptura de la nación (o con las posiciones conservadoras de los girondinos) aunque se considere a Francia como el Estado-Nación centralizado perfecto. En el este de Europa el federalismo puede tener una asociación con la antigua Unión Soviética y en Italia con el nacionalismo insolidario de la Liga Norte. Como no, hacer referencia a España, donde el federalismo también tradicionalmente se ha malinterpretado y se ha asociado a determinadas izquierdas y a los nacionalismos periféricos. También al caos social por las experiencias del cantonalismo de la Iª República, y la leyenda negra que el franquismo en cuarenta años de dictadura consiguió afianzar en la conciencia colectiva sobre la experiencia de la IIª República (que, como sistema político, siempre negó en su constitución la forma federal[6]). Así pues, el federalismo se ha visto de diversas maneras según el contexto político: a veces como una propuesta unificadora (EE.UU), pero otras como disgregadora (España).

Siguiendo a Lucio Levi, podemos decir que el “federalismo es una revolución política e intelectual que cuestiona la mayoría de las nociones intelectuales que utilizamos para analizar la vida política[7]” ¿y por qué? A pesar de nuestra experiencia europea, sigue siendo la dimensión nacional y su instrumento, el Estado-nación moderno, la que nos dota de una cosmovisión compartida. Vivimos, en medio de este proceso de integración global y de crisis política y económica, la transformación de esta categoría jurídico-política que tuvo su nacimiento en la Paz de Westfalia de 1648 y su desarrollo con las revoluciones liberales del siglo XIX”. Continúa Levi[8] afirmando que:

“La globalización erosiona la soberanía de los Estados porque hay un proceso de globalización de la sociedad civil, de los mercados, el surgimiento de actores no estatales, como las corporaciones multinacionales, los bancos, las clasificadoras de riesgo y de otras esferas, como grupos religiosos, movimientos de la sociedad civil y también grupos criminales y terroristas. Esas organizaciones amenazan la esencia de los Estados porque amenazan el monopolio de la fuerza coercitiva que ostentan”.

La Historia da fe de estas afirmaciones. El ámbito territorial de la organización del poder siempre estuvo sometido a las necesidades del sistema de producción. En el S. XVIII con la Revolución Industrial y la expansión del capitalismo las élites económicas necesitan de un ámbito territorial superior para potenciar sus mercados. Surge así el Estado Moderno, como una forma de consolidar mercados a un nivel superior pero también como un modo de consolidar instituciones que puedan gobernarlos. En el modo de producción agrícola en la antigüedad es donde surge la polis, la “ciudad-estado”. Y progresivamente, el Estado va aumentando durante la primera fase de la revolución industrial hasta el día de hoy, donde la revolución de las telecomunicaciones, los transportes y la ciencia hacen que la federación europea, y más adelante una federación mundial, sea posible y necesaria.

Podemos decir que uno de los mayores retos que afrontamos en la actualidad es transferir funciones y competencias del ámbito nacional e internacional al local y regional y viceversa, la sociedad glocal así lo reclama. La Unión Europea es un buen laboratorio y constituye una nueva categoría de estado, puesto que es el primer proyecto que va en la línea de promover una federación de estados nación. En un mundo donde la integración económica está erosionando la soberanía nacional, el único modo para recuperar la confianza de los ciudadanos y el espíritu democrático es evolucionar hacia la democracia internacional.

En todo este debate, la consideración del concepto de la nación es radicalmente importante. En su análisis, dicho concepto ha contenido una dimensión objetiva y subjetiva. Podemos hablar de nación, siguiendo a Álvarez Junco como aquel “grupo humano con unas características comunes (aspecto objetivo: lengua, cultura, religión, etnia) y con aspiraciones políticas (aspecto subjetivo) de proclamar su soberanía sobre un territorio[9]”. 

La experiencia nos ayuda a comprobar que el nacionalismo en su vertiente más negativa, necesita de una cultura del victimismo y de un enemigo exterior sobre el cual construir la identidad de un pueblo. La construcción del estado, vista desde esta perspectiva ha sido “la transición de la fuerza física y la violencia hasta el estado de derecho”[10]. La Guerra es la consecuencia de una interpretación radical del nacionalismo. Los federalistas concebimos al Estado-Nación (poseedor de una soberanía exclusivista) como una categoría de ente soberano que está siendo superada por procesos de integración supranacional, convirtiéndose este primero en un instrumento del pasado, ya que no aporta soluciones a la compleja gestión de sociedades cosmopolitas, multilingües y mestizas.

Por todo ello, tanto en la batalla política, sin dejar al lado el espacio de la díada Izquierda – Derecha (que pasa en este momento a un segundo plano) emerge una nueva línea de división entre federalistas y soberanistas. Entre los partidarios de la construcción de instituciones de democracia supranacional para regular el nuevo espacio global y entre los que defienden el status-quo o desean transferir soberanía y poder político a entes nacionales o subnacionales. El paradigma político del federalismo constituye un instrumento fundamental para armonizar este choque de visiones e intereses.

  1. Hacia los Estados Unidos de Europa y la federación mundial
El federalismo conjuga una visión internacional con un conjunto de valores: democracia, libertad, paz y los eleva a un nivel internacional. La paz se consigue cuando las instituciones estatales y supranacionales hacen valer el Estado de Derecho en las relaciones internacionales, previa delegación de parte de su soberanía a entidades políticas de este nivel. Desde la Unión de Europeístas y Federalistas de España[11] se ha trazado una hoja de ruta[12] posible que tiene como objetivo la conversión de la actual UE en unos Estados Unidos de Europa, como evolución natural de nuestra región y como entidad política que fortalezca nuestra democracia. Esta reforma sería posible tras dar los siguientes pasos:
  • Por una parte, reformas de carácter legal, consecuencia de la movilización política y democrática, que podrían tener como punto de partida la convocatoria de una convención que comenzara la elaboración de una Constitución Europea. Dicho texto legal promovería instituciones federales de nueva creación como un gobierno europeo dirigido por un Presidente y elegido directamente por la ciudadanía, que a su vez presidiría el Colegio de Comisarios y el Consejo Europeo.
  • Las reformas de las instituciones existentes serían de importancia capital contando entre ellas con la reforma del Parlamento Europeo, para dotarlo de iniciativa parlamentaria y de la introducción de otros mecanismos como la moción de censura. También para mejorar su comunicación con otros Parlamentos a nivel nacional-estatal. El Consejo de la UE tomaría el rol de una cámara de representación territorial o Senado Europeo. Superar mecanismos y reglas de funcionamiento como la unanimidad en la toma de decisiones sería clave, dando más importancia a la regla de mayoría cualificada, agilizando así el proceso de toma de decisiones.
  • Desde el punto de vista económico es fundamental la consolidación de la eurozona, estableciendo un Tesoro Federal Europeo y un Presupuesto Federal. Mientras tanto es clave implementar la introducción de los Eurobonos y avanzar en la unión bancaria y fiscal, a la vez que en el aspecto social, se activan políticas de solidaridad a nivel europeo, revirtiendo así el ciclo de austeridad. Por último, para consolidar la federación, será necesario llevar a cabo una progresiva transferencia de competencias en materia de política exterior de los gobiernos nacionales al Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), como representante de la UE en el Exterior, y la creación de unas Fuerzas Armadas Europeas.

Dicho todo esto, es conveniente declarar que la consecución de la federación europea deberá ser entendida como un paso intermedio que nos permita más adelante alcanzar la Federación Mundial. Para ello, actualmente, el Movimiento Federalista Internacional[13] desarrolla campañas a nivel global: A favor de la democratización de las Naciones Unidas y la conversión de la misma en una Asamblea Parlamentaria de las Naciones Unidas (UNPA) e introduciendo cambios en el funcionamiento actual de la ONU a través de la eliminación del derecho de veto de los miembros del Consejo de Seguridad. Debemos ser conscientes, de que más allá de los acalorados debates en torno a la situación política de nuestras ciudades o países hay allí afuera una humanidad que debe construirse en sujeto político para ejercer la dimensión ciudadana en la democracia del S. XXI, que no puede ser otra cosa que global, para ser efectiva. Ejemplos como el Mercosur o la Unión Africana muestran que la tendencia puede ser la integración política de cada región del mundo.  En Asia, la ASEAN[14] y la SAARC[15], aunque no dejan de ser organizaciones internacionales de cooperación, podrían evolucionar hacia entidades de integración económica o política en un futuro. Ejemplos de instituciones internacionales como El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Corte Penal Internacional o instituciones como la OIT y la OMS nos aportan ya cierta experiencia en el camino. Este proceso de instituciones continentales o regionales tiene que evolucionar hacia conexiones federales entre las mismas para hacerse viables: Una Autoridad Mundial para el Medio Ambiente o una Organización Económica Internacional siguiendo las ideas del WFM nos harían llegar a esta solución.

En conclusión, el federalismo como filosofía política y forma de organización del poder es la clave para construir la paz social y política desde las diversas opciones políticas que se aproximen a su método. Sólo depende de que la ciudadanía tome conciencia y se empodere en este sentido: el de la construcción de actores políticos a nivel internacional para la consecución de una Humanidad en Paz. Puede suponer una tarea difícil o ardua, pero merece la pena.


Alejandro Peinado García.
http://thesocialsciencepost.com/es/2017/01/4156/ 



[1] Diario El País, edición de 9 de enero de 2016
[2] Declaración del Ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman  el 9 de mayo de 1950, constitutiva de la CECA. Esta efeméride se recuerda cada año como el día de Europa.
[3] Enrique Barón Crespo: “La era del federalismo”. RBA Libros, 2014.
[4] El federalismo en España se ha malentendido en España al asociarlo a las izquierdas. La Vanguardia, 13 de octubre de 2015: http://www.lavanguardia.com/politica/20151013/54438053049/jef-federalismo-malentendido-espana.html
[5] Publicado en formato libro en español en 2016 por Ediciones La Lluvia, “El Manifiesto de Ventotene. Por una Europa Libre y Unida”. Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, trad. de Marcello Belloti.
[6] Art. 13, Constitución Española de 1931: “En ningún caso se admite la federación de regiones autónomas”
[7] Conferencia pronunciada en el Seminario Internacional de Ventotene, agosto 2015.
[8] “Hay que cambiar la relación de poder en el FMI”: http://www.lanacion.com.ar/1317799-hay-que-cambiar-la-relacion-de-poder-en-el-fmi
[9] Conferencia de D. José Álvarez Junco en el Ágora del Máster Sociedad, Administración y Política. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 29 de abril de 2015.
[10] Conferencia de François Mennerat en el Seminario Internacional de Ventotene, agosto de 2015.
[11] Web de la UEF España: www.uefspain.eu
[12] Manifiesto de la UEF Andalucía y la UEF Madrid por el 9 de mayo de 2014.
[13] Sitio Web del World Federalist Movement: http://www.wfm-igp.org/. Más información en: “UEF España se une al Movimiento Federalista Mundial” http://www.uefspain.eu/uef-espana-se-une-al-movimiento-federalista-mundial/
[14] La ASEAN es la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Web: http://asean.org/
[15] La SAARC es la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional. Web: http://saarc-sec.org/